Fragmento de 'Sobre el Infinito Universo y los Mundos' / desde Colombia Felipe Royet González
Acerca de Giordano Bruno
En 1889 Giordano Bruno recibe su monumento en Roma para cuyo descubrimiento se reunieron 30.000 personas. Todos recordaron al hombre que defendió a Copérnico relegando nuevamente al Sol, esta vez, como una más entre millones de estrellas. Bruno pensaba que Dios, como hacedor del Universo con un poder ilimitado, no podía crear un Universo con límites de ningún tipo, "Dios no desperdiciaría su poder". El Universo debía ser infinito e infinitas las criaturas que lo adoraran por doquier. Giordano Bruno engrandecería la obra de Dios y sería quemado en la hoguera por ello. Un obstinado, amante de la verdad y verdugo de la ignorancia, un filósofo, un mártir, un genio. A continuación compartimos el texto que nos enviara desde Barranquilla, Colombia, el Sr. Felipe Royet González.
Giordano Bruno, dirigiéndose al Señor Miguel de Castelnau, Embajador francés en Inglaterra:
"Si yo, ilustrísimo caballero, condujese el arado, apacentase un rebaño, cultivase un huerto, remendase un vestido, nadie me miraría, pocos me tendrían en cuenta, raros serían los que me reprendiesen, y fácilmente podría complacer a todos.
Mas, por ser delineador del campo de la naturaleza, preocupado del pasto del alma, ansioso de la cultura de la mente y artesano experto en los hábitos del entendimiento, he aquí que quien es mirado me amenaza, quien es observado me asalta, quien es alcanzado me muerde, quien es comprendido me devora. No es uno, no son pocos; son muchos, son casi todos.
Si queréis saber cómo ocurre esto, os diré que la causa es la generalidad de la gente que me disgusta, el vulgo que odio, la muchedumbre que no me agrada, y una cosa que me tiene enamorado: aquella por la cual soy libre en la esclavitud, alegre en la pena, rico en la necesidad y vivo en la muerte; aquella por la cual no envidio a quienes son siervos en la libertad, sienten pena en el placer, son pobres en la riqueza y están muertos en la vida, pues tienen en el cuerpo una cadena que los constriñe, en el espíritu un infierno que los abate, en el alma un error que los enferma, en la mente un letargo que los mata; no habiendo magnanimidad que los libre, ni longanimidad que los levante, ni esplendor que los ilustre, ni ciencia que los reviva...".
Fuente: Revista Símbolo.net. saludos Rodrigo González Fernández. Consultajuridica.blogspot.com
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