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martes, septiembre 05, 2006

Sistema binominal

Abrirse a cambiar el binominal

(Publicado : 5/9/2006, 3:40 horas)


Felipe Bulnes desde el Diario Financiero expone este interesante artículo


Dado que la Concertación ha sido incapaz de ponerse de acuerdo sobre los cambios que quiere introducirle al sistema binominal, cuesta entender que existan personas en la Alianza que insistan en poner el tema sobre la mesa. Como yo soy uno de ellos, trataré de explicar las razones para tanta imprudencia.

La cantinela que la modificación al sistema electoral no es un asunto que interesa a la gente, me parece que alcanza para poco. Igual cosa podría decirse de la importancia de mantener la disciplina fiscal, sobre la necesidad de crear tribunales tributarios independientes o promulgar la ley MK II. Le aseguro que ninguna de estas materias figuran en las encuestas como algo urgente, pero no por ello dejan de ser importantes. Y coincidirá conmigo en que la forma en que se eligen los representantes populares en una democracia -sobre todo cuando existen voces que vienen cuestionando desde hace años el mecanismo- no es un tema de escaso impacto institucional.

Estoy consciente que todos los sistemas electorales tienen sus “injusticias”, pero en esta materia hay grados y grados. No somos pocos los que creemos que el sistema binominal fue concebido como una forma de proteger a la derecha de la democracia y no como un mecanismo para que compitiera en ella. Si es que no deja de ser curioso que un tercio pueda pesar lo mismo que los otros dos tercios juntos y bastante contraintuitivo el que el tercer candidato con más votación le pueda ganar al segundo. Además, ocurre que la legitimidad del binominal ha pasado a quedar todavía más comprometida dado el uso que se está haciendo del sistema. Y ello, pues elección tras elección los partidos se han ido “soltando”, al punto que cada vez son más frecuentes las “competencias inteligentes”, o lo que es lo mismo, que los partidos de un mismo bloque se omitan de manera de presentar un candidato único y por ende, dejar sin verdaderas opciones a los votantes. Tengo el mayor respeto por los partidos y soy miembro orgulloso de uno; sin embargo, esta tentación implícita asociada al sistema electoral ha perjudicado aun más su prestigio ya que las colectividades políticas se muestran cada vez más despreocupadas de guardar las formas y cuidar el fondo.

Seamos prácticos y veamos qué tanto nos conviene el sistema binominal. Para ser franco, yo no sé si la derecha va a llegar a ser gobierno en mérito de sus propias fuerzas o bien, porque se producirá un reordenamiento de las alianzas políticas. En relación con esto último, todo indica que en algún momento la Democracia Cristiana asumirá que su destino está con la centro derecha y no con la izquierda-izquierda. Como sea, el binominal aparece como una dificultad para ambas hipótesis. Si se trata de confiar en nuestros propios méritos, el caso es que el binominal, lejos de despertarnos ilusiones electorales, nos aletarga. Si al final no es casualidad que en las elecciones presidenciales y municipales, donde prima el principio que el que saca más votos gana, la votación de la Alianza sea bastante mejor que la que obtenemos en las parlamentarias. Bien sabemos que nuestro ADN sólo funciona eficazmente cuando estamos sometidos a verdadera competencia. Y el caso es que el sistema binominal ofrece más garantías que desafíos y así nos tiene como sector: anclados como minorías y celosos de que no nos cambien un sistema que nos relaja el músculo.

Si la apuesta es que llegaremos al gobierno sumando a nuestro bloque a la Democracia Cristiana, el binominal también se inscribe como un serio problema. Para que la DC pueda dar el salto, requiere un resguardo básico en cuanto a que será capaz de mantener su representación en el Congreso. Y el drama está en que jamás Renovación Nacional y la UDI podrían acomodar a los parlamentarios DC en las actuales plantillas binominales. Si bien ellos aportarían muchos votos no así cupos, y ahora habría que repartirse básicamente los mismos escaños pero no entre 2, sino que entre 3 partidos. El binominal produce así inmovilismo y nos tiene petrificados en los conglomerados políticos que se crearon producto del Sí y el No.

Entiéndame bien. Soy partidario de los sistemas electorales mayoritarios, ya que favorecen la formación de grandes bloques, obligan a consensos e impiden la extorsión de las minorías. Mi pregunta es si el binominal es tan conveniente como se viene repitiendo por años y si no será hora de apostar a la victoria en democracia más que jugar al empate para salir perdiendo, como ocurre hoy. En definitiva, si tratándose de eventuales cambios al sistema binominal no estaremos cometiendo un gran error al creer que éste es un tema en que a la Alianza le toca ser espectadora y no protagonista.

Rodrigo R. González Fernández
Director
 
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