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domingo, agosto 05, 2018

La fábula del político que sólo quería fiestas

La fábula del político que sólo quería fiestas

EL APUNTE DEL DOMINGO

JORDI SOTERAS
El presidente Torra y diputados de varias formaciones en una de las últimas 'alborotadas' sesiones del Parlamento catalán.
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LES VOY a contar un chiste que me enviaron. Faltará el acento divertido de los que cuentan chistes. Pero con un poco de esfuerzo se harán a la idea. Lo importante es la idea.

Resulta que un político -el chiste es mexicano- muere y se encuentra en las puertas del cielo. Allí San Pedro le dice que ha habido un error y que no debería estar allí. Una tremenda confusión. Pero que lo iban a solucionar de la siguiente forma: se pasaría 24 horas en el infierno y 24 en el cielo, y que en el lugar donde se sintiera mejor, allí se quedaría.

Le pareció una buena fórmula, sin contar con la terrible noticia de la muerte, y lo bajaron al infierno. Allí se encontró con todos sus amigos senadores y diputados, y a todos los de su partido. Estaban en el infierno bailando con las mejores bandas de mariachis, bebida a todo trapo, los mejores vinos y alcoholes. Chicas en bikini (es lo que explica el chiste) y todo aquello para que un prototipo de personaje como el protagonista de esta historia se sintiera cómodo y divertido. El tiempo se le pasó volando. No parecía que hubieran transcurrido 24 horas. Le dijeron que tenía que irse al cielo a pasar sus otras 24 horas. Y allí se fue.

En el cielo dedicó el tiempo a brincar de nube en nube, a tocar el arpa, a rezar, a meditar y a cantar bonitas canciones. Y así pasaron las 24 horas. Entonces San Pedro le preguntó que dónde se quería quedar después de pasar un tiempo en el infierno y otro en el cielo. Y no lo dudó. «Abajo, en el infierno. Allí todo es más divertido y mejor». Y San Pedro le contesto: «Pues muy bien. Al infierno».

«En política, la mayoría cree que es en el otro lado donde están los caraduras y deshonestos»

Y lo devolvieron para abajo. Pero nada más entrar, lo encontró todo desolado, con un olor nauseabundo y todos los amigos del partido cargando cadenas. Entonces le preguntó al diablo: «¿Oiga, qué pasó? Esto ayer no estaba así. Ayer las cosas eran diferentes». Y el diablo le contesto: «¡Ah!, es que ayer estábamos en campaña. Hoy ya votaste por nosotros, amigo».

Puede que les haya hecho gracia o una mueca seria haya permanecido en sus labios. Lo que me hizo pensar de este chiste, infantil y expeditivo, es que cada uno de ustedes debió pensar en los políticos que no les son afines para visualizarlos en el infierno. Y no a los que votan o han votado en alguna ocasión. Es una respuesta inmediata. Rápida. No tiene una explicación científica. En política, la mayoría de las personas piensan que es en el otro lado donde están los caraduras y deshonestos. Corruptos, ya sabemos que están en todas las formaciones

El tema tiene mayor profundidad. Nuestros cerebros primero actúan descubriendo al personaje y después conociendo el contenido que quieren explicar. En ocasiones, sobre todo ante los matices, una declaración en boca de un bando u otro, tiene una respuesta en el futuro votante diferente. Aunque la consistencia, o la idea, sea la misma.

«El independentista, más alejado de la realidad, piensa que sus ideales son los buenos»

Es evidente que así se hace mala política. O mejor dicho: nos hallamos ante un territorio perfecto para la política superficial, donde las entonaciones o los rostros son los que marcan la diferencia. Un desastre. Los parámetros en los que se mueve nuestra inteligencia empática con la clase política están dañados a causa de los populismos. A pesar de que no sea una cuestión nueva, sí que tiene una mayor profundidad desde que comenzara la afección de la crisis en la acción política.

En Cataluña, es fácil adivinar en qué espacio ideológico habrá situado el lector al protagonista de este chiste. Si el lector es constitucionalista, el visitante del cielo será un indepe. Y si el lector es independentista, el infierno estará repleto de peperos, de Ciutadans y socialistas. Un 155 al completo.

No es fácil desencallar esta situación. ¿La causa? No hay ganas. El momento es paradójico y cada uno está feliz en su isla mental donde todo gravita a partir de los modelos que le dan la razón. Sinceramente creo que el independentista está mucho más alejado de la realidad basculante. Sus ideales son los buenos, los presos son políticos y los huidos, exiliados. Las redes sociales, siempre tan interesadas, ayudan.

El problema es que así el juego de la política se limita a lo declarativo y selectivo. Sólo escucho a los míos, que a la vez son tan simpáticos que siempre me dan la razón. Una rueda de hámster de la que es difícil bajar por temor al ridículo. Ni un chiste mexicano lo arregla.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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