MIÉRCOLES 23 DE OCTUBRE DE 2013
SaludosRodrigo González FernándezDiplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
CEL: 93934521 Santiago- ChileSoliciten nuestros cursos de capacitación y consultoría en GERENCIA ADMINISTRACION PUBLICA -LIDERAZGO - GESTION DEL CONOCIMIENTO - RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL – LOBBY – COACHING EMPRESARIAL-ENERGIAS RENOVABLES , asesorías a nivel nacional e internacional y están disponibles para OTEC Y OTIC en Chile
Aborto y derechos humanos
La semana pasada se dio a conocer el Informe Anual de Derechos Humanos en Chile que la Universidad Diego Portales elabora desde hace más de una década.
Uno de los puntos que más llamó la atención de los medios fue el categórico título del segundo punto del Informe: "La penalización del aborto como una violación a los Derechos Humanos de las mujeres". En este acápite, se analizan las aristas legislativas, judiciales, epidemiológicas y sociales relacionadas con la interrupción del embarazo. Causó especial interés la investigación cualitativa que devela las crudas historias relatadas por mujeres que habían tenido experiencias de abortos provocados y que también fue publicada dentro del capítulo.
Finalmente el trabajo concluye que se debe asegurar una despenalización del aborto (o al menos, en los casos de riesgo de la vida o salud de la madre, malformaciones severas del hijo o en contexto de una violación) debido a que la ilegalidad del aborto intencional produce una serie de vulneraciones de derechos de las mujeres.
Esta investigación nos recuerda que el debate sobre el aborto es un tema recurrente. Desde hace más de veinte años se ha discutido con cierta regularidad en campañas políticas y, al mismo tiempo, en la sociedad civil han surgido grupos importantes de personas para defender una y otra posición, pero pocas veces se ha logrado centrar la controversia en el fondo del asunto. En ese sentido, urge sincerar el debate y responder a las preguntas que realmente nos permitirán dimensionar los hechos y las consecuencias de mantener –o no– a Chile como un país pro vida.
Para estos efectos, lo primero de lo cual debemos hacernos cargo es si para nosotros tiene algún valor la vida que está siendo abortada. Porque si no vale lo mismo que la de cualquiera de nosotros, la discusión se termina y se zanja: se puede –y se debe– abortar sin más. El problema surge cuando aquella persona que se encuentra en las primeras etapas de su desarrollo se considera tan digna de derechos como cualquier otro ser humano, como así lo hace la propia Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como el Pacto de San José de 1969, que en su artículo cuarto protege el derecho a la vida desde la concepción.
Ahora bien, es necesario decir que en este punto existen al menos dos reparos. Hay algunos que dicen que la vida humana no comienza en la concepción y otros que no todo ser humano es persona, ambos argumentando que los contrarios al aborto quieren imponer sus convicciones religiosas. Aquí me gustaría recalcar que no se trata de una discusión basada en fundamentos teológicos, sino que principalmente utilizando razones éticas, biológicas y de derecho.
En ese sentido, que la vida humana comienza en la concepción o fecundación, es decir cuando se una el óvulo con el espermatozoide, es un hecho constatado por la biología y la embriología (Langman. Embiología Médica. Ed. Panamericana 7ª ed, p.3).
Asimismo, el ya citado Pacto de San José, hace una prevención para evitar cualquier tipo de discriminación arbitraria de seres humanos sentenciando en su artículo primero que: "Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano". De esta manera se desea proteger deliberadamente a todos aquellos vulnerables que pudieran ver quebrantados sus derechos bajo el pretexto de no ser considerados personas, como alguna vez en la historia ya lo han sufrido negros, esclavos, judíos, gitanos, homosexuales, discapacidatos mentales y niños, entre otros.
Teniendo esto claro, palidecen entonces argumentos tales como la primacía de la autonomía de la mujer por sobre la vida de otro ser humano (que, no olvidemos, es su hijo). Aunque existan circunstancias injustas y dramáticas como una violación, no se puede condenar a un niño inocente a pena de muerte sólo por el sufrimiento que podría generar el embarazo. Esto no remedia en nada el daño sufrido por la mujer y sólo produce una injusticia adicional con el niño en gestación.
Por otro lado, decir que se necesita de aborto terapéutico para salvar la vida de la madre, constituye una falacia. Es un mito que las madres embarazadas mueran en chile porque no hay ley de aborto terapéutico. Muy por el contrario, es deber del médico y del equipo de salud intentar salvar a los dos, y si no es posible, se intercede por la madre aunque como efecto no deseado y sólo tolerado se produzca secundariamente el fallecimiento del hijo, porque de lo contrario ambos morirían. Un desarrollo más detallado de estos argumentos se puede encontrar en el informe "Aborto Terapeutico: 8 claves para el debate".
Por último, también sabemos que se ha usado como motivo para justificar el aborto la angustia que padecen las madres embarazadas con un hijo cuya condición hace muy ominoso su pronóstico de supervivencia extrauterina. El ejemplo típico de esto es la anencefalia. En estas situaciones debemos tener presente que ese bebé está vivo, gravemente enfermo, pero vivo. Así como quedó demostrado en la historia recientemente conocida de Isidora Esperanza(niña anencefálica chilena que sobrevivió más de un mes). En estos casos, como lo relata Romina (mamá de Isidora) lo más propiamente humano es acompañar a las madres y sus familias en este proceso y no abandonar –y mucho menos matar– a un hijo porque padece una enfermedad mortal. Experiencias como las de los Cuidados Paliativos Perinatales UC, que justamente apuntan a colaborar en la construcción de políticas públicas de apoyo en estos contextos, sin duda son de gran ayuda para las familias en estas circunstancias.
Por todo lo anterior, queda meridianamente claro que la autonomía de la mujer no es una justificación para legalizar el aborto, puesto que con ello se viola deliberadamente el derecho a la vida del no nacido. No debemos olvidar que las sociedades más humanas son aquellas que se esfuerzan especialmente en proteger a los más indefensos y vulnerables aunque esto les signifique un costo. Hasta ahora, Chile ha decidido ser un ejemplo. Es de esperar que sigamos así.
SaludosRodrigo González FernándezDiplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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