Salud: Vinculan la obesidad visceral y la enfermedad cardiovascular
La presencia de adipocitos y obesidad visceral sin duda es un importante problema de salud a nivel mundial. La consideración de tener cierta o mucha acumulación de grasa entre las vísceras, da lugar a enfermedades que hasta ahora no creíamos importantes.
Cierto es que todo lo que se escribe en torno a la obesidad tiene que ver con los factores genéticos, la falta de una alimentación adecuada y la falta de actividad física regular, si bien, la ingesta de una dieta de alta densidad energética es la principal causa de la obesidad visceral o central. El exceso de energía se acumula en los adipocitos que aumentan tanto en tamaño como en número y producen un incremento en la tasa de lipólisis, que a su vez, estimula la secreción de citoquinas producidas por leucocitos, macrófagos y adipocitos. Esta a su vez, conduce a un estado proinflamatorio, a una disfunción endotelial y a la resistencia a la insulina. Al favorecer el proceso inflamatorio existe un desarrollo importante de enfermedades cardiovasculares que se inician solamente por la obesidad visceral.
Si bien conocemos que las comorbilidades asociadas con la obesidad generan muchas enfermedades en personas de mediana edad, las más comunes son lesiones osteoarticulares, infertilidad, insulinoresistencia, cáncer, apnea obstructiva del sueño, hiperuricemia, asma, sarcopenia, alteraciones gastrointestinales, y las más severas, las cardiovasculares.
MIentras que el tejido adiposo pardo o marrón, es el encargado de la termogénesis; su color se debe a la hemoproteína citocromo oxidasa, y las mitocondrias que posee expresan altas cantidades de UCP (uncoupling protein); el tejido adiposo blanco es el más abundante del organismo humano adulto y por lo tanto el mayor reservorio energético (alrededor de 200.000-300.000 Kcal en el adulto no obeso), en forma de triacilglicéridos. Debido a su amplia distribución, es un excelente aislante térmico y desempeña un papel relevante en la conservación de la temperatura corporal considerándose como el principal sistema amortiguador del balance energético.
La obesidad, entre otros problemas médicos, está estrechamente asociada con mayor riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular. Esta puede afectar no sólo a las grandes arterias y favorecer el desarrollo de infarto del miocardio y de accidente cerebrovascular, sino que además puede favorecer las alteraciones microvasculares que participan en el desarrollo de retinopatía, nefropatía e insuficiencia cardíaca.
En los últimos estudios se asocia la obesidad a un proceso inflamatorio crónico de baja intensidad ya que aunque el sujeto esté sano, tiene una acumulación de grasa que le impide tener una salud adecuada y por ello, padece diversas patologías asociadas a la gordura. Cierto es que aunque la idea general es que la inflamación es consecuencia de la obesidad, se sugiere en otros estudios que la obesidad se puede producir como consecuencia de un proceso inflamatorio. Hay que recordar que los adipocitos y los macrófagos comparten varias características, dentro de ellas los productos de expresión de sus genes y su capacidad funcional, ya que los macrófagos pueden almacenar lípidos y los preadipocitos exhibir propiedades fagocíticas y antimicrobianas, llegando a poder diferenciarse en macrófagos.
Durante el desarrollo de la obesidad se pone de manifiesto la asociación que existe entre las células del sistema inmune y las del tejido adiposo blanco, cuyo origen tiene una explicación evolutiva. En el humano, esta asociación es consecuencia de los mecanismos de adaptación metabólica desarrollados para su supervivencia si bien estas adaptaciones evolutivas bajo las condiciones de vida modernas, han contribuido al deterioro de la calidad de vida y junto con otros factores participan en el desarrollo de muchas enfermedades como la diabetes mellitus tipo 2, el síndrome metabólico y la enfermedad cardiovascular.
El reto actual es encontrar alternativas terapéuticas que modifiquen la expresión y secreción de adipocinas para detener el avance de estas enfermedades que son crónico-degenerativas asociadas a la inflamación producto también de las alteraciones del tamaño, distribución y ubicación del tejido adiposo.
La salud comienza en lo que ingerimos; el propósito de adelgazar para no padecer enfermedades cardiovasculares está en nosotros.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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Santiago- Chile
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