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domingo, enero 15, 2006

LA INFLACIÓN, EL PRINCIPAL DESAFÍO PARA LA NUEVA MINISTRA DE ECONOMÍA ARGENTINA

Argentina despidió el año 2005 con el doble de inflación que el año anterior. Según los últimos datos oficiales del instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina (INDEC), en diciembre el coste de la vida registró una subida del 1,1%, por lo que en los 12 meses del año pasado la inflación acumuló un 12,3%, frente al 6,1% que se había computado en 2004. De acuerdo con los expertos, ése es el principal desafío al que tendrá que enfrentarse en 2006 la flamante ministra de Economía, Felisa Miceli.

 

La misma funcionaria lo confirmó con sus propias palabras durante el primer encuentro que mantuvo con empresarios hace 20 días: “la inflación es el principal desafío del Gobierno”. Además, Miceli explicó que en Argentina "es más peligroso que en otros países que los precios aumenten por encima de ciertos niveles normales". 

 

Miceli es la primera mujer en llegar al Ministerio de Economía del país austral. Antes de ocupar este cargo, ya había ostentado otras funciones públicas, la última como presidenta del Banco Nación de la República Argentina. Su maestro había sido el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, a quien finalmente reemplazó en diciembre pasado para unirse a las más leales filas del presidente NéstorKirchner. “Lavagna tuvo su propia base de apoyo y de poder político, su propia reputación en los mercados”, comenta Gerald A. McDermott, profesor de la escuela de negocios Wharton. Sin embargo, “todo el mundo piensa que Miceli es simplemente una marioneta de Kirchner, que nunca tuvo una política económica en los 12 años de Gobierno en la provincia de Santa Cruz”, comenta McDermott. Según algunas encuestas, algo más de la mitad de los argentinos no están conformes con la destitución de Lavagna.

 

Por eso, la mayoría de los analistas coinciden en afirmar que Miceli deberá demostrar hasta qué punto tiene autonomía en sus funciones, sobre todo en el primer semestre del año. Sebastián Galiano, profesor especializado en Economía de la Universidad de San Andrés (UDESA), plantea que, en el corto plazo, el principal desafío para la ministra será conseguir desacelerar el crecimiento de la demanda nominal. En el 2005, dice, “ésta creció un 20% y se vio reflejada en un incremento de la producción de bienes y servicios de un 8%, y en una subida de precios del 12%. El problema es que la inversión total aún es baja, y en los niveles en que se encuentra induce a un crecimiento del producto potencial de la economía de no más de 3,5%. Por lo tanto, si no se desacelera el crecimiento de la demanda nominal, la inflación se podría salir de control. Y aunque no lo haga, no bajará de los niveles actuales”.

 

Sin embargo, para el Gobierno, la solución por ahora no está en reducir la demanda nominal, sino en ejercer un fuerte control de precios sobre los productos. Por ello, la primera tarea de la que se ocupó Miceli apenas asumió la cartera de Economía fue lanzar un mega-acuerdo con supermercados y fabricantes para conseguir una rebaja de un 15% en el precio de más de 150 productos de primera necesidad.

 

No obstante, si bien se vieron algunos resultados positivos en las góndolas de los supermercados y en los almacenes, no pasó lo mismo con el principal ingrediente de las mesas de los argentinos: la carne vacuna. Lo cierto es que no todos los productos propuestos redujeron los precios en un 15% y, además, muchos comercios se quedaron sin stock por lo que los consumidores no pudieron aprovecharse de los descuentos.

 

Por eso, el profesor de la UDESA insiste en subrayar que para solucionar el problema de la inflación se debe poner el acento en aumentar la inversión. “Esto requiere fundamentalmente dos cosas: uno, lograr que se deje de hablar de la inflación a corto plazo, y se hable de la inflación a largo plazo. Dos, recomponer las tarifas de las empresas privatizadas”. Las tarifas cobradas por la prestación de servicios públicos como el agua y el gas han estado congeladas desde que se devaluó la moneda argentina hace cuatro años y todavía no han sido actualizadas.

 

Otra de las medidas llevadas a cabo por la ministra ha sido la puesta en marcha hace tres semanas de un plan de créditos del Banco Nación por valor de 1.500 millones de dólares (1.280 millones de euros)para que las empresas tengan la oportunidad de ampliarse, comprar maquinarias e insumos.

 

McDermott coincide con su colega de la UDESA en que además de la inflación y de la urgencia de ampliar la inversión en capital fijo, el desafío para 2006 es “la reconstrucción de los marcos regulatorios y de las instituciones regulatorias en mercados de capitales y en los servicios públicos. La mayoría fue mal hecha en la década del 90 y Kirchner no cuenta con mucha credibilidad en este sentido; y tampoco su ministro de Infraestructura, Julio de Vido“.

 

Sin embargo, Miceli dijo en una reciente entrevista por televisión que en el 2006 “no se renegociarán tarifas de servicios”.

 

El pago de la deuda, un arma de doble filo

 

Con la amplia sonrisa que la caracteriza cada vez que brinda una conferencia de prensa, Miceli anunció hace pocos días junto al titular del Banco Central, Martín Redrado, la confirmación del pago total de la deuda que mantenía la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Precisamente el martes 3 de enero se cancelaron anticipadamente 6.656 millones de derechos especiales de giro (9.530 millones de dólares), de acuerdo a una decisión personal del presidente Kirchner.

 

Ese alivio, esa satisfacción tan esperada por el Gobierno, le sirvió a la ministra para tomarse un respiro en medio de las arduas negociaciones con los distintos sectores productores de alimentos, con quienes sigue intentando bajar los precios.

 

Pero nadie se atreve a aventurar si el pago al FMI tendrá efectos positivos para el país. “Podría ser favorable, pero aun no hay señales de ello”, comenta McDermott. En el contexto actual, dic, “la política fiscal adecuada es una que reduce el nivel de endeudamiento neto del Gobierno. El pago al FMI no hace esto pues reemplaza un pasivo por otro o, en otras palabras, cancela pasivos externos con activos externos del Banco Central. La deuda neta no se modifica”.

 

En ese sentido, han surgido discrepancias en cuanto a los problemas que pueden generarle al Banco Central la salida de más de 9.500 millones de dólares en reservas. En opinión de Galiano, “podría ser un inconveniente si como resultado de la menor necesidad de financiamiento de corto plazo el Tesoro Nacional reduce su superávit fiscal”. En la operatoria financiera, para que el Banco Central dispusiera de las reservas, el Tesoro compensó al Banco Central con una letra intransferible, en dólares y a 10 años, por el mismo monto de la deuda cancelada para equiparar sus pasivos y activos.

 

Con cierta acidez, McDermott se pregunta: “¿Banco Central? Ahora es simplemente otro departamento de la presidencia”, dijo en referencia a que la entidad debería ser un ente totalmente autárquico respecto del Gobierno nacional.

 

Más allá de los efectos reales que pueda tener o no el pago al FMI, debajo de ese anuncio quedan otros aspectos económicos por resolver. El profesor de Wharton añade que no hay que descuidar “la credibilidad con los mercados internacionales, el desarrollo institucional para apoyar la competitividad y la innovación de los sectores exportadores y la pobreza”.

 

Por otro lado, los expertos recuerdan que la deuda con el FMI es una pequeña porción de la deuda externa total de Argentina, que hoy se sitúa en los 124.332 millones de dólares.

Universia- Wharton, un excelente documento que es digno de leer con detención porque refleja la situación de nuestros hermanos vecinos argentinos, saludos Rodrigo González Fernandez

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