Este domingo es la "Cumbre del Rock Chileno"
Woodstock en el Club Hípico
Partió como un tímido proyecto para ganar difusión en los medios. Ahora, en esta segunda versión, el evento más ambicioso del circuito local pretende demostrar que no sólo ha derribado el mito de que la música chilena no convoca, sino que la escena está más viva que nunca.
Por Felipe Saleh
Por suerte las cosas no salieron como estaban planeadas al principio. Hace poco más de tres años, en mayo de 2005, un grupo de músicos reunidos en la sede de Santa Filomena de la SCD (Sociedad Chilena del Derecho de Autor) a la par de la típica queja por el trato de pariente pobre a los artistas nacionales desde el mainstream, se daba cabezazos contra la pared tratando de encontrar una estrategia para asegurar la difusión masiva de la música local.
Se formó un "consejo de difusión" formado por cuatro personas, entre ellas Juan Andrés Ossandón, uno de los productores de la Cumbre del Rock Chileno 2009: "Pensamos en la clásica 'hagamos un proyecto de ley para obligar a las radios a tocar un porcentaje de música nacional'. Trabajamos mucho en ese proyecto, Javier Chamas (del Consejo Nacional de la Cultura) obtuvo información internacional al respecto, con estadísticas de países que si aprobaron la ley, pero aquí nadie apoyó la idea, con el argumento de que los políticos no estarían dispuestos a respaldar algo que contradijera el ejercicio del libre mercado", cuenta Ossandón
Gracias al pisco
De esas reuniones surgió la campaña "Ojo con la Música Chilena", que esparció el eslogan en todos los soportes posibles durante 2006, aunque hoy muy pocos la recuerden. "En ese proceso muchos decían 'pucha que sería lindo terminar con un gran concierto, un Woodstock chileno", dice Ossandón. Pero el pesimismo llevaba demasiado tiempo instalado y la frase no pasaba de tener la misma fuerza que los deseos de ganar la lotería.
Juan Andrés Ossandón, hijo del legendario locutor Juan Carlos Gil y responsable de algunos hits en el catálogo de baladas locales como "No Quiero Verte Así" y "Amor de Verano", tenía junto a su hermano Cristián y a la periodista Rayén Araya un programa ("De local"), dedicado a la música chilena en Radio Carolina. Uno de los auspiciadores era Pisco Capel. El productor, que había escuchado unas diez veces la frase "no va a resultar, olvidémonos de ese cuento", tal vez por lo mismo había estado trabajando el proyecto en secreto y en noviembre de 2005 se lo propuso a Pedro Bastidas, entonces gerente de Marketing de la pisquera, quien se interesó inmediatamente, pero tenía que lograr la luz verde de los otros ejecutivos.
Luego de cinco meses la empresa levantó el pulgar y entregó una suma que cubría poco más de la mitad de los gastos. Pero lo suficiente para echar a andar la primera versión del "Woodstock chileno". Todos se sumaron, desde Canal 13 hasta la SCD, el sello La Oreja y el Estado a través del Consejo de la Cultura.
Porque la gente lo pide
El sábado 7 de enero de 2007 cuarenta mil personas escuchando a 38 bandas en el Estadio Nacional derribaron el mito de que la música chilena no lleva público. Pero fieles a la tradición local hubo público y críticos especializados que dejaron escapar diagnósticos del tipo "faltó gente" o "algunos invitados estuvieron demás".
Para callar en gran medida esas críticas, este año "la cumbre" vuelve como un ambicioso símil de Woodstock "solo superado por otros festivales como el Pepsi Music de Buenos Aires, que tiene 150 números y dura 9 días; o el Live Earth que tiene escenarios simultáneos en 11 ciudades de distintos países", dice Roberto Carreño, otro de los productores, confirmando que la cita de este domingo para ellos es como estar jugando una copa del mundo.
A pesar de que dos años no parece mucho tiempo, el horizonte de la música local se ve más promisorio que antes. Decenas de bandas y solistas nutren el circuito y todas cuentan con una respetable cantidad de público. Según el "Informe de Cultura y Tiempo Libre 2007", elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas, en un año el consumo de artes escénicas subió en más de un 11%, consignando la mayor alza (en total 1.692 mil personas) en los conciertos de música popular.
Para estar a la altura, la logística de esta versión al menos impresiona. La dotación de artistas suma 800 entre todas las bandas y músicos. Son doce horas de música descomprimidas en 315 canciones, desde clásicos como Aguaturbia y Los Jaivas hasta los aires nuevos de Jiminelson y Chinoy. Más de mil personas trabajarán en labores de producción. Se espera que a los pastos del Club Hípico lleguen unas 50 mil personas, para las que hay distribuidas 8 áreas de comida y 150 baños.
Para Juan Andrés Ossandón "tal vez sea el inicio de una tradición nacional, no lo sabemos, solo el tiempo lo dirá".
Información completa en Cumbrerock.cl
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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