El País, Madrid | |
Restringir la ingesta de calorías prolonga la vida en monos
MARÍA VALERIO A pesar de la buena noticia que representan, los resultados de este trabajo, que se acaba de publicar en la revista ''Science'', son difícilmente aplicables a los humanos. Y así lo advierten los autores, dirigidos por Richard Weindruch, de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU): "Los efectos de limitar las calorías en la esperanza de vida de los humanos puede que no lleguen nunca a conocerse". El trabajo comenzó en 1989 en los laboratorios del Centro de Investigación de Primates de Wisconsin con 30 ejemplares de mono de la especie macaco Rhesus (''Macaca mulatta'') que tenían por entonces entre siete y 14 años de vida (la media para esta especie suele rondar los 27 años en cautividad; hasta un máximo de 40). La muestra de animales se amplió en 1994 con otros 46 ejemplares de la misma familia con la idea de aumentar la potencia estadística de los resultados. La mitad de ellos ha seguido una dieta normal durante este tiempo, mientras que al resto se le ha sometido a lo que se conoce como ''restricción calórica'', una reducción de la cantidad de calorías hasta llegar a un 30% pero sin llegar a niveles considerados como desnutrición. El objetivo del trabajo era no sólo confirmar que los animales eran más jóvenes en apariencia, sino que esta dieta ''light'' tuvo algún efecto en los paramétros fisiológicos asociados al envejecimiento. Es decir, que no sólo parecían más jóvenes, sino que lo eran biológicamente. Y para ello, se midieron algunas de las enfermedades más característicamente asociadas al envejecimiento (no sólo en los macacos, sino también en los seres humanos); es decir, diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y una cierta atrofia cerebral o disminución del volumen de ciertas áreas del cerebro provocado por los años. Ni diabetes, ni cáncer... En total, como señala el equipo de Weindruch, un 37% de los animales que comían de todo murió por alguna causa relacionada con el envejecimiento frente a sólo el 13% de los animales con pocas calorías, lo que supone un tercio menos. De los 33 animales que sobreviven en la actualidad, 20 se mantienen con esa dieta hipocalórica, y el más viejo de los ejemplares ha cumplido ya los 29 años. En total, han sobrevivido el 80% de los ejemplares ''a dieta'' y sólo el 50% de los que han sido alimentados de forma habitual. La primera vez que se observó el efecto que esta estrategia dietética podía tener en un organismo corría el año 1935. Se trataba de un trabajo con ratones, pero no fue hasta la década de los noventa cuando la idea empezó a valorarse seriamente desde el punto de vista científico, estudiando la posibilidad de que una menor ingesta de nutrientes pudiese retrasar el proceso de envejecimiento. Hasta ahora (y probablemente seguirá siendo así en el futuro) no se ha realizado ningún trabajo de este tipo en humanos. Sin embargo, los autores consideran que por las similitudes "fisiológicas, anatómicas y de comportamiento" entre los macacos y el ser humano, ésta es la experiencia que más se aproxima. La clave, según sugieren en el trabajo, está en la relación entre la respuesta del organismo a los nutrientes que lo alimentan y una serie de moléculas implicadas en el envejecimiento de los tejidos, como mTOR, SIRT1 y PGC-1. De hecho, algunas de estas vías están relacionadas con la aparición de cáncer, por lo que algunos estudios también han apuntado que limitar el flujo de nutrientes que alimentan al tumor también podría tener un cierto efecto antitumoral. Menos calorías para retrasar el envejecimiento Un estudio realizado en monos sugiere que la dieta controlada puede alargar la vida. ALICIA RIVERA - Madrid Los científicos Ricki Colman y sus colegas iniciaron su estudio en 1989, en el Wisconsin National Primate Research Center, dividiendo los monos -de siete a 14 años de edad- en dos grupos: uno sometido a dieta de bajas calorías y otro normal, de control. El experimento comenzó fijando la dieta normal y luego se fueron reduciendo las calorías en la alimentación del grupo de macacos Rhesus correspondiente en un 10% cada tres meses hasta alcanzar el 30%. En concreto, en los 20 años del estudio, explican los investigadores de la Universdiad de Wisconsin, ha sobrevivido la mitad de los animales a los que se ha permitido comer libremente, mientras que siguen vivos el 80% de los que han recibido la misma dieta pero un 30% menos calorías. Los resultados indican que el 37% del grupo de control ha fallecido por causas relacionadas con el envejecimiento, frente al 13% del grupo de monos sometido a restricción de calorías. Esto significa, concluyen los investigadores, que los monos fallecidos del primer grupo -el que ha seguido una alimentación normal- han sufrido una tasa de muerte tres veces superior a los otros debido a patologías relacionadas con el envejecimiento, como diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y atrofia cerebral. "Las marcadas similitudes anatómicas, fisiológicas y de comportamiento entre primates humanos y no humanos hace que los segundos sean especialmente apropiados para profundizar en el conocimiento de la biología del envejecimiento de las personas", explican los autores de la investigación. El experimento arrancó, en 1989, con 30 macacos Rhesus y en 1994 se añadieron otros 46. Actualmente el estudio continúa con 33, 13 de los cuales siguen comiendo libremente mientras que 20 están con una dieta de bajas calorías. Los macacos viven, como media, una 27 años en cautividad y el más viejo que sigue en la investigación ha cumplido los 29. Para realizar la investigación, todo mono fallecido durante la misma fue sometido a una necropsia completa por parte de un equipo de patólogos para diferenciar claramente la mortalidad por las causas señaladas, relacionadas con la edad. El efecto de la dieta controlada sobre la diabetes es notable. "Hemos observado un efecto total de prevención de la enfermedad", afirma Richard Weindruch, uno de los científicos del equipo. También la incidencia de tumores cancerosos y de enfermedades cardiovasculares -asociadas al envejecimiento tanto en monos como en humanos- ha sido la mitad en los animales a dieta que en los que han tenido una alimentación libre. En cuanto a la salud del cerebro, es mejor en los animales que comen menos calorías. "Parece que la dieta conserva el volumen del cerebro en ciertas regiones. No es un efecto global, pero el hallazgo nos ayuda a comprender si este tratamiento nutricional tiene efecto en la pérdida de neuronas, en el envejecimiento", comenta el neurólogo Sterling Johnson, también miembro del equipo. Las regiones del cerebro responsables del control motor y funciones ejecutivas como la memoria y la resolución de problemas, parecen mejor conservadas en los animales que consumen menos calorías, afirman los científicos."Tanto la velocidad motora como la mental se ralentizan con la edad", explica Johnson. "Y estas son las áreas que hemos encontrado mejor conservadas. Aún así no podemos afirmar que una diferencia en la dieta está asociada con cambios funcionales porque esos estudios no están aún concluidos. Lo que sabemos por ahora es que hay diferencias regionales en la masa cerebral que parecen estar relacionadas con la dieta". Hallado el primer fármaco que alarga la vida en los mamíferos La rapamicina ya se usa como inmunosupresor en personas trasplantadas. JAVIER SAMPEDRO - Madrid "Por comparación, estos efectos son similares a los que tendría en el ser humano prevenir ''''todas'''' las muertes por ateriosclerosis y todas las muertes por cáncer", explica a EL PAÍS David Harrison, el principal autor del estudio que se presenta hoy en Nature . Los ratones empezaron a tomar la rapamicina cuando tenían 600 días de edad, "más o menos equivalente a una persona de 60 años", calcula Harrison. En un país occidental esa persona espera vivir otros 25 años como promedio. Si los resultados pudieran extrapolarse, la rapamicina le regalaría otros 7 años si fuera un hombre, y otros 10 si fuera una mujer. "Otra forma de verlo", añade Harrison, "es que la edad a la que se muere el 90% de los ratones se incrementa entre el 9% y el 14%, según el sexo". El dato muestra que la rapamicina no sólo incrementó la vida media de los ratones, sino también la vida máxima, el tope de edad característico de cada especie. En nuestra especie, la vida media puede duplicarse de 40 a 80 años evitando las infecciones -como ha pasado en Occidente en el siglo XX-, pero las personas que alcanzan los 110 años siguen siendo tan raras como siempre (la marca está en 124 años, y la ostenta una fumadora francesa que conoció a Van Gogh). La rapamicina, en nuestra hipotética extrapolación, también aumentaría el número de personas que alcanzan los 110 años, aunque seguirían siendo una rareza. Muchas personas trasplantadas han tomado rapamicina para evitar el rechazo de su nuevo órgano. ¿Hay alguna evidencia de que eso haya retrasado su envejecimiento? "¡Espero que un demógrafo cualificado haga ese estudio!", responde el científico americano. Harrison también recuerda a los médicos y científicos que pueden proponer al programa ITP otros fármacos candidatos (por si el lector es uno de ellos: http://www.nia.nih.gov ). |
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Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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