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El gurú de la economía decente
El español Leopoldo Abadía pasó por Buenos Aires con su éxito La crisis Ninja..., en el que explica el derrumbe de las hipotecas subprime. Dice no saber nada de economía y aunque sus 12 hijos lo llamen gurú el solo habla de sentido común.
FAMILIERO "De la crisis económica vamos a salir, de la de decencia no estoy tan seguro", dice Leopoldo Abadía.
Bien rápido se calzó el traje de famoso Leopoldo Abadía. En un año tuvo que dar más de 200 conferencias, responder preguntas en Facebook y su blog a unos tres millones de seguidores y dedicar muchísimos de los 160 mil ejemplares que lleva vendidos su libro "La crisis Ninja y otros misterios de la economía actual" (Ed. Planeta) Todo esto le sucedió a los 75 años. Cuando ya había criado a sus 12 hijos. Su vida dio un giro impensado. Algo que nunca imaginó cuando, sentado en la computadora de su estudio en San Quirico, el pueblito catalán en el que tiene su casa de fin de semana, empezó a postear un diccionario online con términos económicos. Y un buen día se le ocurrió explicar la crisis de las hipotecas subprime. Lo hizo en seis páginas, en un tono casi barrial, accesible para las amas de casa. Lo demás fue puro marketing viral. Un amigo se lo envió a otro, y éste a sus contactos hasta que se armó la cadena. Entonces sonó el teléfono en lo de este zaragozano que nos visita ahora en Buenos Aires y que se ríe cuando le decimos que aquí todos es más difícil de entender y explicar. Sonó el teléfono y atendió su hijo Gonzalo, el mismo que lo acompaña aquí y que guía su repentina carrera de gurú. "Como eran de Espasa pensamos que querían vendernos un diccionario", contó Gonzalo. Pero le pedían que escribiera un libro. Y así esta historia se mudó de Internet a las librerías y luego a la TV, donde Abadía es la cara de algunos comerciales. Ahora en la familia sus 12 hijos lo llaman gurú, en el pueblo lo saluda todo el mundo y en la editorial ya le encargaron otro libro, que saldrá en los próximos meses. Marketing, herramientas 2.0 y algo que decir, las claves de este éxito.
Está claro que se está divirtiendo, pero busca además de estos viajes y conferencias interminables...
No busco nada. Sólo me la estoy pasando bien. Nunca antes había escrito nada. Era un señor normal, casi retirado y ahora estoy trabajando como nunca antes.
En su libro usted establece paralelismos entre la economía familiar y la economía global, pero tomando parámetros de las familias junto a las que usted creció, ¿no teme que ese discurso pueda volverse obsoleto o demasiado simplista?
Puede ser, pero este libro les gusta tanto a los viejos como a los jóvenes. Y me atrevo a decir, aunque pueda equivocarme, que ese peligro no existe. Porque he intentado que todo el libro esté atravesado por el sentido común, y con sentido común andamos por ahí con mucha tranquilidad.
¿Ejemplos?
Esta crisis empezó con familias que tomaron créditos a tasas muy bajas y bancos que prestaron a insolventes. Si yo gano cien, tal vez pueda gastar 80 y ahorrar 20. Pero algunas familias y muchos gobiernos recaudan 100 y gastan mil, eso no tiene sentido...
Eso está muy claro en su libro, pero no está tan claro cómo es que funciona y se retroalimenta esa sociedad de consumo o endeudamiento, ¿ha reparado en ello?
Si no está claro, debería. Son muchos los políticos españoles que llaman a consumir. ¿A consumir por qué? ¿Tengo que ir a una confitería y pedirme diez cafés en lugar de uno? No. Y con seguridad, puedo decirles que tenemos que gastar normalmente, que tenemos que usar más la tarjeta de débito que la de crédito.
¿Eso es parte de la Revolución Civil que usted pregona?
Sí, se me ha dado por hablar de la revolución civil. Un periodista me preguntó si eso era igual a salir a quemar bancos y yo le dije que no, que eso significa que somos mayores. Yo no puedo echarle la culpa al banco de que me de facilidades...
¿No le preocupa que auspiciando tanto la libertad empresarial y la civil, esta actúe en desmedro del poder del Estado que debe garantizar otras libertades y derechos?
Cuando hablo de revolución civil hablo de la importancia del individuo frente al estado. He visto aquí a gente que la está pasando muy mal, y que necesita de subsidios estatales, pero me encantaría que ese señor montara un negocio incluso en negro, y que le diera trabajo a un amiguete. La gente no puede quedarse esperando que el Estado lo haga todo, y yo le hago un favor si le digo que a esto lo tiene que sacar adelante él. Yo siempre digo que esta crisis, más que económica, es una crisis de decencia.
¿Y eso qué significa?
Que de la crisis económica saldremos, sí, más tarde o más temprano, pero de la decencia no se, y ese es un problema mucho más profundo, que está en el interior de las personas. Y por lo que voy viendo en España, tenemos allí una crisis de decencia muy grande.
Problema de decencia o de economía, en España estamos viendo algunos fenómenos contradictorios, y usted habla mal del Gobierno y peor de la oposición...
Tenemos un problema grave, que es que el gobierno no sabe por dónde anda. Y otro mucho más grave, que es que la oposición tampoco. Por eso cuando me dicen que se vaya Zapatero, pregunto quién viene. ¿Venimos tú y yo mañana?
Algunos indicadores de la crisis en su país están dando señales mínimas de recuperación, pero no así el del empleo, que es en el que usted se basa...
Como a los otros indicadores no los acabo de entender, y pocas veces encuentro la relación entre ellos, he suprimido todos y me fijo sólo en el desempleo. Mientras tengamos más de cuatro millones de personas que no trabajan, no podremos decir que está subiendo la economía.
Como buen zaragozano ha seguido de cerca el proceso de Opel (amenazas de cierre de la planta en esa ciudad española) y se dice que incluso ha terciado con algunos consejos para destrabar la situación, ¿es así?
Yo tengo un amigo en el sindicato, y en un momento se hablaba de que harían huelga, y les sugerí que no lo hicieran. ¿Por qué? Porque la compañía iba a quedar en manos de Magna, un consorcio austriaco canadiense con participación de un banco ruso. Tu imaginate que está el ruso en Moscú tomando un café y le dicen que hay lío en Zaragoza. El no sabe siquiera dónde está Zaragoza, y ni le importa. Entonces pregunta, ¿el coche ese se puede fabricar en otro sitio? Y le responden que sí, y dirá que cierren Zaragoza, sin dejar de tomar el café. Una huelga sirve cuando el dueño es vecino. Si no, es muy difícil...
CONSULTEN, ESCRIBAN OPINEN LIBREMENTE
Saludos
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIMIENTO DE ONU
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