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jueves, septiembre 07, 2006

el rosa esta de moda

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A TOMAR ROSADOS PARA EL 18 DE SEPTIEMBRE EN CHILE.
El vino de moda es... de color de rosa
Amaya Cervera, viernes 21 de julio de 2006 11:53:57
Las cifras que llegan del extranjero son muy optimistas. En Francia, donde el consumo de vino tiende a descender, los rosados gozan del favor del público y es una de las pocas categorías que va al alza, muy cerca ya de los 140 millones de botellas anuales y a punto de desbancar a los blancos como segunda opción de consumo vinícola.
En Reino Unido, los rosados representan entre el 5% y el 7% del mercado total de vinos y mantienen una tendencia ascendente en los último años. Aunque la parte principal de las ventas se concentra en verano, no es un fenómeno exclusivo de esa época del año.
Fresco, frutoso y ligero, el rosado constituye una excelente opción de “vino refrescante”. Dicen los estudios que su carácter sencillo y directo atrae especialmente a las mujeres y a los jóvenes (¿un primer escalón para conseguir que se enganchen después a propuestas más serias y enmendar quizás esas cifras de descenso general en el consumo?).
Por una vez, además, Europa tiene ventaja sobre el Nuevo Mundo. Sus rosados están listos en las estanterías cuando se avecina el calor, mientras que los del combativo hemisferio sur (Chile y Australia sobre todo), que vendimian a principios de nuestra primavera, llegan prácticamente al final del verano.
Aunque casi siempre se da por hecho que todos estos vinos, por su sencillez y modestas aspiraciones cualitativas, juegan en una liga “de segunda”, por estas fechas es muy habitual que muchos grandes nombres de la crítica vinícola dediquen algunas líneas a recuperar sus virtudes, dejando siempre bien claro que se reducen “a sus mejores ejemplos”.
El columnista de Wine Spectator, Matt Kramer, por ejemplo, alababa en el último número de esta revista los rosados de garnacha, en su opinión “probablemente, la mejor y más sugerente variedad para los rosados. Es refrescante y gusta con facilidad”.
Es, en realidad, de lo que más tenemos en España. En esta uva se apoyan los famosos rosados navarros, los de Calatayud, Méntrida y muchos de los riojanos. Aunque parece que la moda de los últimos años en nuestro país apuesta más bien por experimentar con todo tipo de nuevas variedades. Además de las autóctonas empleadas tradicionalmente con este propósito (tempranillo en Rioja, Ribera y Mancha; prieto picudo en León, bobal en Levante y Manchuela, rufete en Sierra de Francia...), se llevan los rosados de cabernet, merlot, syrah, pinot noir y hasta de petit verdot.
Pero independientemente de la uva y del modelo de rosado elegido, ¿tienen ustedes claro lo que hay que pedirle a un rosado? Mi lista de “imprescindibles” incluye:
• Fruta, mucha fruta roja. Y en su punto justo: ni demasiado madura (da sensación de pesadez), ni con problemas de verdor (enseguida aparecen esas notas vegetales y verdes tan desagradables). Ya sean fresas, frambuesas, cerezas, frutillos rojos...
• Frescura. Es el primer mandamiento. La frescura debe estar presente tanto en nariz (sensaciones de fruta fresca y viva) como en boca (con una refrescante acidez adecuada para el tipo de vino al que nos enfrentemos en cada caso).
• Equilibrio y sin aristas. Es muy importante que el vino “se comporte” en boca. Es una pena que una nariz fresca y fragante se vea arruinada por una acidez mordiente, por un amargor excesivo o una sensación de calidez debida al alcohol que no encuentra el contrapunto justo de frescura. Lo mejor que le puede pasar a un rosado que se beba con agrado y enorme facilidad.
• Que aguante el tipo en la botella. Les pasa a muchos vinos del año. Que salen pletóricos al mercado y que, al cabo de dos o tres meses, se “desvanecen” en la botella. Ese rosado que se presenta normalmente entre los meses de febrero y marzo, debe mantenerse en forma por lo menos hasta que se acabe el verano. No tiene ningún sentido que se vaya apagando justo en la época de mayor demanda y consumo.
Está claro que frente a un rosado “pesadote” y algo cálido (alcohólico) o ligeramente evolucionado y una cerveza servida bien fresquita, el consumidor se va a inclinar por esta última. Para los amantes del vino en general, sin olvidar los adictos a las “cañas”, ahí van tres alternativas que nos han parecido de lo más interesante entre lo que hemos catado hasta la fecha. Para un verano de color de rosa.
Chivite Gran Feudo 2005 Rosado (Navarra). Con la receta tradicional de la garnacha que tan bien funciona. Rosa frambuesa. Aroma de buena intensidad, fresco, frambuesa madura, floral (rosa). Boca fresco, vivo, seco, ligero, frutal; muy equilibrado y fácil de beber. El paradigma del rosado equilibrado y sin artificios. Además este año cumple su 25 aniversario con una campaña que tiene a la bailarina Tamara Rojo como protagonista.
Abadal Rosado 2005 (Pla de Bages). Por su corpulencia y tanicidad la cabernet sauvignon no es una variedad demasiado apropiada para los rosados, pero la bodega Massies d’Avinyó de esta pequeña y poco conocida DO catalana realiza un excelente trabajo con ella. Rosa salmón. Aroma a frutos rojos en confitura, notas de pastelería y cabello de ángel. Boca sabroso, fresco, equilibrado. Final con abundante fruta roja y un punto amargoso muy agradable.
Castillo de Javier 2005 Rosado (Navarra). Otro navarro fiel a la garnacha que despunta con la cosecha 2005. Rosa frambuesa vivo. Aroma franco e intenso, fruta roja, fresco, con un punto floral (fresa) y de confitura. Boca fresco y sabroso, con cierta carnosidad bien compensada con la acidez. Vivo y muy agradable de beber.

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