Por Daniela Estrada
SANTIAGO, oct (IPS) - La historia oficial del país "invisibiliza a las mujeres" como sujetos políticos, ubicándolas en un rol secundario o anecdótico, según la periodista Cherie Zalaquett, quien acaba de publicar el libro "Chilenas en armas".
"La participación de las mujeres en la historia ha sido  importante. Otra cosa es que los historiadores no hayan querido hacer esa  lectura", planteó la destacada periodista chilena que ha trabajado en varios  medios escritos locales, como el diario El Mercurio, y que también publicó en  2005 "Sobrevivir a un fusilamiento. Ocho historias reales".  
Particularmente, Zalaquett cree que "la sociedad chilena ha omitido una  reflexión sobre el papel de las mujeres en la lucha armada reciente del país por  un tema de prejuicios". 
"No se hace una lectura de ellas como actores  políticos, sino más bien como víctimas de violaciones a los derechos humanos",  añadió la autora del libro cuyo título completo es "Chilenas en armas.  Testimonios e historia de mujeres militares y guerrilleras subversivas", editado  por Catalonia. 
"La idea de este libro era romper ese paradigma. Este  texto pretende ir más allá de un libro periodístico propiamente tal, porque  incorpora teorías filosóficas y de género como categorías de análisis. Esto  significó en verdad un tremendo esfuerzo de reflexión", reconoció. Su idea no  era quedarse en la anécdota. 
Desde su visión, la lucha armada en Chile,  en la cual participaron activamente mujeres, comenzó en 1974, luego del golpe de  Estado del 11 de septiembre de 1973 perpetrado contra el presidente  constitucional Salvador Allende (1970-1973). 
En 1974, además, se abrió  la primera Escuela Femenina Militar del Ejército, destacó. 
Desde un  enfoque de género, tanto las mujeres militares como las guerrilleras enfrentaron  similares dificultades. "En el caso de las primeras, aún cuando había un decreto  de gobierno que les permitió entrar a los cuarteles, debieron enfrentan muchas  resistencias masculinas al interior de estas instituciones, que no las  aceptaban", recordó Zalaquett. 
En los grupos insurgentes, muy pocas  mujeres alcanzaron las máximas jerarquías. "Las cúpulas donde se tomaban las  decisiones generalmente eran espacios masculinos, pese a que había una demanda  de ellas por ser admitidas en estas instancias", asegura. 
Pero sin duda  la maternidad fue, y sigue siendo, uno de los temas más conflictivos. Por ello  la autora optó también por entrevistar a los hijos de algunas protagonistas del  libro. 
A pesar de todos los avances, por ejemplo, hoy las Fuerzas  Armadas chilenas no permiten a las mujeres embarazadas utilizar uniforme,  graficó Zalaquett, quien cubrió como corresponsal el conflicto bélico entre Perú  y Ecuador ocurrido en 1995. 
"Si consideramos que el uniforme es un signo  de identidad de estas instituciones, significa que los cuerpos de ellas no son  aceptados en todas sus instancias. Ha habido intentos de mujeres militares de  traer uniformes desde otros países para que se puedan adecuar a nuestras Fuerzas  Armadas, pero no han tenido eco", dice. 
Para las guerrilleras, la  experiencia de ser madres fue "un punto de quiebre" en su identidad. Tanto que  algunas desarrollaron un concepto que se llamó "maternidad en resistencia", que  implicó seguir siendo madres, pero dejando a sus hijos al cuidado de otras  personas o instituciones mientras ellas luchaban, explicó. 
La obra de  Zalaquett, de 345 páginas, tiene siete capítulos y sus fuentes son múltiples:  libros, documentos académicos, artículos periodísticos y unas 50 entrevistas  personales. Por su aporte, fue incluido en la Colección de la Cátedra de Género  de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la  Cultura (Unesco). 
Los tres primeros apartados están dedicados a la  relación de las mujeres con el ejército, la armada y la fuerza aérea.  
Mirando hacia el futuro, Zalaquett cree que "teóricamente es posible  (que una mujer ocupe la comandancia en jefe de alguna de las ramas castrenses en  Chile), pero que esto podría producirse dentro de 28 o 30 años más, dado el  ritmo de las dinámicas militares". 
"Ha habido una incorporación bastante  grande de las mujeres a las instituciones armadas regulares, pero desde una  perspectiva de género falta mucho por avanzar para que esa incorporación sea de  verdad real y no decorativa", afirma. 
El cuarto capítulo describe la  vida de algunas mujeres que pertenecieron al insurgente Movimiento de Izquierda  Revolucionaria (MIR), surgido en 1965 de la mano de jóvenes estudiantes  universitarios y que desde un comienzo abrazó la vía armada para instaurar un  nuevo orden político, económico y social en Chile. 
Luego de hacer una  tregua a su estrategia militar durante el gobierno de Allende, de la  izquierdista Unidad Popular, intentó resistir a través de las armas a la  dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Pero más de 600 militantes fueron  abatidos por los servicios de inteligencia del nuevo régimen, consigna  Zalaquett. 
Los dos capítulos siguientes se centran en la presencia  femenina en el aparato militar del Partido Comunista (PC) y en el insurgente  Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). 
Allí se destaca la historia  de la hoy fallecida presidenta del PC, Gladys Marín, y de Cecilia Magni, la  comandante "Tamara", la única mujer que logró integrar la más alta jerarquía del  FPMR. 
Tamara, asesinada por la dictadura junto a su pareja, Raúl  Pellegrin, número uno del Frente, tuvo responsabilidad en los principales  ataques armados del grupo, entre ellos, el frustrado atentado contra Pinochet en  1986. 
El séptimo capítulo está dedicado a las mujeres que integraron el  MAPU-Lautaro. 
El MAPU fue un partido político de izquierda que nació en  1969 como una escisión de la Democracia Cristiana. Durante la dictadura, un  grupo que integraba esta colectividad decidió formar el MAPU-Lautaro para  realizar acciones violentas. 
Zalaquett prefiere dejar abierta la  interrogante sobre cuál es el aporte de estas mujeres. 
"No podría dar  una receta. Es un tema a discutir. Desde un análisis filosófico-político, el  poder tiene carácter masculino. Entonces habría que pensar si las mujeres que  ingresan a estos contextos de poder 'androcéntricos' en realidad logran romper  una hegemonía o finalmente lo que ocurre es que el poder 'androcéntrico'  nuevamente se encarna en ellas", dice. 
"Habría que ver de qué manera es  posible, o imposible al final, que las mujeres puedan 'feminizar' el poder que  adquieren", acotó. 
Para la autora, "el libro es una invitación a pensar  el tema de la incorporación de la mujer a los contextos de lucha armada".  
"Hay mujeres hoy día que han actuado en la resistencia mapuche, por lo  tanto este tema necesita una urgente reflexión: por qué las mujeres se  incorporan a la violencia y por qué siguen habiendo focos de violencia en una  sociedad que se supone democratizada", cuestionó. 
Zalaquet se refiere a  las reivindicaciones territoriales, políticas y culturales del pueblo mapuche,  el más numeroso de la colectividad indígena en Chile, que hoy se expresa con  tomas de predios particulares y otros hechos de violencia en el sur del país.  
"Significa entonces que hay espacios que no han sido democratizados lo  suficiente, sectores que no han sido incluidos y por lo tanto siguen insistiendo  en sus demandas a través de la violencia. Yo creo que hay que hacer una  reflexión profunda en torno a ese tema, más que reprimir y militarizar las zonas  donde se están produciendo estos conflictos", concluyó. (FIN/2009)
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Rodrigo González Fernández
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SANTIAGO CHILE
 
 
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