Las propiedades bactericidas del cobre eran conocidas en forma empírica por las culturas antiguas de los egipcios, mayas e incas, que elaboraban instrumentos quirúrgicos con este metal. Sin embargo en la edad moderna la principal aplicación del cobre estuvo orientada a sus propiedades de ser buen conductor de señales eléctricas.
En años recientes la Copper Development Association (CDA) apoyó el desarrollo de una serie de estudios de laboratorio (in vitro) los cuales demostraron que superficies de cobre metálico (99.9%) o de sus aleaciones que contengan más de 80% de cobre, son capaces de destruir antes de 60 minutos inóculos de bacterias patógenas como Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SAMR), Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter bamanii, principales agentes de infecciones intrahospitalarias a nivel mundial y también de patógenos asociados a toxi-infecciones alimentarias como Salmonella spp., Campylobacter jejuni, Escherichia coli O157 entre otros .Estas propiedades bactericidas no se observaron en superficies de acero inoxidable, metal que tradicionalmente se utiliza en infraestructura y equipos hospitalarios, sobre las cuales las bacterias se adhieren y multiplican con rapidez.
Con estas evidencias, la Environmental Protection Agency (EPA) de Estados Unidos registró en 2008, al cobre y sus aleaciones como el primer y único metal con propiedades bactericidas.
A partir de esas observaciones, el siguiente paso fue aplicar estos conocimientos al ambiente hospitalario. Sabemos que las infecciones adquiridas en el hospital ocurren en el 4.5% de los pacientes, lo cual aumenta los riesgos, con una mortalidad de hasta 27% en pacientes críticos que ingresan a salas de Cuidados Intensivos (UCI). Además por la prolongación de la estadía en el hospital y el uso de antibióticos más sofisticados, las infecciones intrahospitalarias aumentan en forma significativa los costos de la atención médica.
Nuestro grupo participó en un estudio multicéntrico que incluyó la participación de tres hospitales en Estados Unidos (uno en New York y dos en Charleston, Carolina del Sur) y el Hospital del Cobre de Calama en Chile, coordinado por el Dr. Michael Schmidt. Este estudio fue realizado en salas UCI y se reemplazaron por superficies de cobre metálico o aleaciones, aquellas puntos que son de alto contacto por parte de pacientes o del personal sanitario y que por ende son los más contaminados, como barandas y manillas de las camas, mesa del paciente, portasuero, apoyabrazo de la silla para las visitas y lápiz del monitor de signos vitales.
Se tomaron muestras para estudio microbiológico durante 30 semanas y se comparó la carga microbiológica en aquellos puntos críticos antes señalados, en las salas con superficies de cobre y en salas normales. Este estudio comparativo mostró, en todos los hospitales participantes, una reducción muy significativa de la carga bacteriana total y de patógenos específicos como SAMR, que varió en las diferentes superficies entre 82 y 92% de reducción.
Un aprendizaje importante surgido de este estudio, es que a temperatura ambiente, en hospitales de diferente complejidad, algunos de ellos instituciones docentes con alto flujo de personal y procedimientos muy complejos, y con diferentes condiciones ambientales higrométricas, desde humedad promedio de 60% en Estados Unidos a 7.2-19.7% en Calama, el cobre ejerce sus propiedades bactericidas y tienen un efecto autodesinfectante que se mantiene en el tiempo.
La pregunta importante que surge a la luz de estos hallazgos es ¿la disminución de la carga bacteriana en superficies de contacto con cobre tiene un impacto en disminuir el riesgo de adquirir infecciones?.
Para contestar esta interrogante se realizó una vigilancias del número de infecciones (tasas) en los pacientes que ingresaron a estas salas y se demostró que el riesgo de adquirir una infección disminuyó en forma global en un 40.4% y en aquellos pacientes que durante toda su hospitalización permanecieron en salas con cobre (100% de exposición) la disminución del riego fue de 61%.
Un aspecto interesante de comentar es la bioseguridad y al respecto, el contacto con superficies de cobre es totalmente seguro, ya que no hay penetración ni absorción de iones de cobre a través de la piel.
Las evidencias son sólidas y consistentes, superficies de cobre en el ambiente hospitalario son un complemento importante para disminuir la carga bacteriana ambiental y disminuir el riesgo de adquirir infecciones intrahospitalarias.
¿Es esto suficiente para incorporar este nuevo concepto en la infraestructura hospitalaria?.
En nuestro país, algunas instituciones de salud del área privada se han mostrado interesadas en incorporar estos nuevos conocimientos a su infraestructura, especialmente cuando planean expansiones de sus servicios, pero creo que es necesario como en todas las innovaciones en medicina, dar mayor difusión a este nuevo concepto del cobre bactericida, instalar el tema en Congresos médicos, en la formación de estudiantes y especialistas y especialmente entusiasmar a las autoridades sanitarias de este país, que es uno de los principales productores de cobre del mundo, para intervenir y beneficiar al sector público de salud.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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