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lunes, marzo 12, 2012

Edward Shaw, el coleccionista afortunado, muestra sus obras

Edward Shaw, el coleccionista afortunado, muestra sus obras

El curador norteamericano adquirió piezas de Matta, Tamayo y Botero, cuando aún no eran famosos, por regalos o trueque.

por Denisse Espinoza A.
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En 1961 Edward Shaw aún era un coleccionista amateur. Reunía objetos raros, obras hechas por pintores jóvenes y antigüedades que hallaba en ferias de pulgas, pero no sabía bien para qué. Por esos años, vivía en Colombia y un amigo le pidió que fuese a ver unas pinturas que una señora vendía a precio de huevo. ¿Qué podía perder?

Shaw partió a ver los siete cuadros arrumbados debajo de una escalera firmados por un desconocido Fernando Botero. "Se estaba separando de su primera esposa y ella necesitaba vender las pinturas. Me encantaron, las compré todas. Pagué entre 50 y 100 dólares. Fue la primera vez que sentía que compraba algo especial", recuerda Shaw. "Botero no era conocido, recién se estaba radicando en Nueva York. Nos hicimos amigos y le seguí comprando obras".

Tras cinco años, la fama del colombiano se disparó al igual que el precio de las pinturas de Shaw."Cuando compré las primeras obras de Botero me di cuenta que sería adicto al arte. Más tarde las vendí en miles de dólares".

Edward Shaw (75) se graduó en Historia Latinoamericana en la U. de Princeton, pero los últimos 50 años los ha dedicado al coleccionismo y la crítica de arte. Vivió 30 años en Argentina, donde fue uno de los fundadores del Centro Cultural Borges y de ArteBa, la principal feria de arte en Buenos Aires. Ha escrito más de 200 catálogos para museos y galerías, y fue curador de la Bienal de Sao Paulo.

Ahora, luego de 14 años radicado en Chile, Shaw exhibe por primera vez parte de su colección en la muestra El papel del amigo, que se inaugura el 15 de marzo en el Museo de Bellas Artes. Serán más de 200 obras gráficas -entre dibujos, grabados, acuarelas y acrílicos-, de artistas como Antonio Berni, Rufino Tamayo, Valerio Adami y Antonio Seguí, adquiridas antes de que todos se convirtieran en figuras del arte latinoamericano.

En la muestra Botero no aparece. "Vendí todos sus cuadros. Gracias a ellos compré mis casas y armé mi colección. Fue un gran aporte financiero en mi vida", asegura. En cambio, exhibirá cartas en las que el pintor lo felicita por su matrimonio, el nacimiento de su primer hijo o le agradece los 85 dólares que pagó por una de sus obras.

Pero lo del Bellas Artes no será todo. En mayo exhibirá en Espacio Arte Abierto de Fundación Itaú más obras de Leonardo Cremonini, René Bertholo y lo único que le queda de Botero: una carpeta de dibujos que el colombiano hizo a los 20 años.

La guata y el bolsillo

Dueño de un ojo privilegiado para adquirir arte, Shaw no siempre consiguió con dinero sus obras y asegura no haber pagado más de 5 mil dólares por ninguna de ellas. "Soy un coleccionista atípico. A veces cambiaba mis textos, por obras y otras me llegaban como regalos de mis amigos artistas. Un tiempo coleccioné arte primitivo y me di cuenta de que a muchos pintores les gustaba. Cambié muchas de estas piezas por pinturas", dice Shaw.

A Chile llegó a vivir en 1999, luego de enamorarse de la artista Bernardita Zegers, a quien conoció en una fiesta del pintor Benjamín Lira. Aquí, siguió coleccionando, escribiendo catálogos y críticas de arte en la revista Capital. También fue curador en dos grandes muestras del Museo de Bellas Artes. En 2005 gestionó la venida, por primera vez, de la obra de Frank Stella y Andy Warhol. "Stella estudiaba en mi universidad. Recuerdo haber visto sus dibujos y pensar '¿cómo piensa sobrevivir este chico?' y nunca le compré nada. Me equivoqué", dice Shaw. "Nos hicimos amigos en los 70. El siempre quería exhibir su obra en Chile, porque acá tenía caballos de carrera".

Nacido en un pueblo a 20 millas de Nueva York, Shaw empezó a los siete años en el coleccionismo, cuando un tío que trabajaba para el gobierno de los EE.UU. le regaló una serie de afiches de la Segunda Guerra Mundial, que también estarán en la muestra junto a afiches chinos de Mao, de los años 60, uno hecho por Roberto Matta en apoyo a las protestas de mayo de 1968, en París, y una colección de mapas de Chile de los siglos XVII y XIX.

"Lo que me gusta del coleccionismo es buscar. Cuando viajo a Hong Kong, Indonesia o París me llevó las piezas raras, valiosas, que nadie ve. Con los artistas me pasa igual. Cuando encuentro, rejuvenezco", afirma.

¿ Qué artistas chilenos prefiere?

Es difícil. El arte en Chile está ligado a la escuela, no es como en Argentina: libre y loco. Tengo cuadros de Bororo, Cienfuegos y Diego Maquieira. Sigo buscando nuevos artistas, pero el mejor siempre es Roberto Matta. Para el corazón, la guata y el bolsillo, Matta es perfecto

Fuente:

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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