AFÍLAME, PERO AFÍLAME ¡AHORA!
Sábado, 22:30 horas, se abren las puertas del Club Femme, ya habían 2 grupos de despedida de solteras que esperaban impacientes el inicio de los juegos. Un primer piso colmado de sillones y mesas que ya contaban con reserva, la barra también. Comienzan a entrar las chicas, variopintas y diversas. Las hay jovenzuelas entusiastas con guirnaldas, antenas iluminadas con forma de cornetas, plumas de colores, bandas con leyendas como “100% soltera”, muchos picos everywhere. También las hay maduras, otras sub 50, ganosas y muy piolas. Y aunque usted lo no crea, también un grupo de mujeres que parecen muñecas Barbie, a esas, me las quiero tomar con calma.
Aparece la animadora, una chica linda pero no perfecta, podría ser nuestra amiga, con cara de cumpleaños, entretenida y que comienza el mambo contando a las espectadoras lo que se van a encontrar hoy, pasa a ser la amiga de todas y todas quieren su trabajo.
Arranca la música y lo primero que vemos es el “baile de los meseros”. Cada uno de ellos es presentado en sociedad, hace su bailecito y saluda a las contertulias. Un detalle no menor, ellos son chicos normales, como tu compañero de universidad o tu colega de la pega; claro, de caritas amorosas y por sobre todo, encantadores. Bailan mal, pero lo pasan bien. Eso nos deja en una inmediata buena onda, este lugar te dice que no importa cómo seas, en este lugar puedes bailar y pasarlo bien con personas entretenidas.
Una vez que nos enternecieron con los meseros buena onda, entran los 7 strippers de la casa, 7 argentinos que parecen sacados del Olimpo, cuerpos tonificados, pantalón oscuro y corbatín. Son musculosos, pero no intimidantes, son grandes, pero caminan con gracia. Los 7 juntos, toda la carne a la parrilla, todos con antifaces. Con eso, no cagaron la moral, después de verlos así, no quieres irte, estás dispuesta a quedarte hasta verle la cara a cada uno, y esa, es la siguiente sorpresa.
Seamos honestas, el vedetto al que estamos acostumbradas de despedidas de solteras, fiestas mechonas, martes femeninos ordinarios; es por lo general, un hombre con síndrome de pescado: le cortas la cabeza y te comes el cuerpo. Weones feúchos, que en su profundo ego y narcisismo, han decidido perfilar su cuerpo y dedicarse al maraqueo para sentirse ricos, deseados y apetecidos. Bueno, esa es la primera diferencia con los muchachos del Club Femme. Acá, hubo un casting exhaustivo para buscar combinaciones que te dieran un cuerpo que te haga desear un polvo de fin de mundo la noche del sábado y una sonrisa perfecta para hacerle cariño en el pelito el domingo en la mañana. Hasta hotcakes y jugo de naranja recién exprimido les llevaría a estos weones. Caminando como cowboy y comprando acciones de Hipoglós.
Bailan. Todos bailan. Unos mejores que otros, pero todos hacen su show. Uno por uno van apareciendo en el escenario caracterizando nuestros fetiches y obsesiones. El marinero, el granjero, el cocinero, un hombre pájaro (con el manso pico), un rockero, un policía con la tonta luma, un abogado que te hace gritar “caso cerrado” y tantas otras weás que nos calientan la cabeza y también la entrepierna. Para todos los gustos. Uno de melena perfecta, otro pelado, unos depilados al cero, otros con pelo en pecho, unos muy cancheros y entradores, también otros más tímidos y retraídos…. El granjero tímido de barba rubia y pelo en pecho es mío. Y se acabó la discusión.
Me sorprende uno en particular: es menos “bonito” que otros que resaltan por bellos, es como el hermano rico de Américo, pero su gracia no estaba en su rostro de portada de revista, ni en sus calugas perfectas, la gracia de este weón era otra: movía la pelvis como disociada de su cuerpo, ese weón nació para ser brasilero y culiar como si no hubiera un mañana. Mención honrosa para ese cocinero, que sin duda sabía mover ese uslero y te hacía rogar por tu dosis de crema pastelera.
Otro que es sorprendente es conocido como el Pelao, hace el cuervo y al ginecólogo. Nunca antes pensé en darle quintillizos a mi facultativo, que me hiciera un papanicolau que durara una vida entera y por favor sin guantes! Pero la verdadera gracia de este calvo afrodisiaco es otra: uno de los rostros más hermosos que he visto en mi prostituta vida. Unos ojos azules que podrían hacerte acabar de sólo mirarte fijamente, una sonrisa deliciosa, de esas que no sabes si el weón es un conchadesumadre-hijo-de-puta-que-te-hará-sufrir-y-llorar, o si es un cabro bueno como el pan como pa llevarlo a tomar once con tu mamá, pero no te importa, y en lo único que piensas es: Quiero me afiles, pero que me afiles A-HO-RA!
Habiendo entonces ya descrito el nivel de aserrín necesario para visitar el Club, y de la preciosa necesidad de toalla nova en cantidades industriales que se precisa en la cartera; quisiera entonces ahora enfocarme en las contertulias, porque siempre será tema en estos espectáculos la gente con la que compartirás el momentum del show. He querido entonces clasificarlas por etiquetas:
La despedida de soltera: grupos de mujeres diversas, jóvenes y mayorcitas, que ya vienen medio cufifas por la previa en casa de alguna, llenas de cotillón desinhibido, forradas en pichulas de goma y plumas de colores. Fiesteras y receptivas al hueveo. Lejos las más prendidas, lejos las más comprometidas con el éxito del show. Gritonas y ruidosas. Todas felices por tener una excusa para ver minos en pelota sin que nadie las cuestione.
La novia: sólo se divide en 2 categorías, la novia gozadora que se desvive por tener la mejor noche de su vida y aprovecha de agarrar todos lo potos que se supone, nunca más va a poder tocar. Y la otra es la novia cartucha, que evita el contacto con los bailarines, que trata de parecer asqueada para que las amigas crean que no le interesan los chiquillos, pero que en el fondo, al igual que todas las otras, se muere por chuparles las calugas y sentirles el paquete rozando su virginal pubis.
La tía onfayer: mujer sub 55, dejada de la mano de dios que ha decidido invertir en su felicidad, se ha puesto una polera animal print y ha asignado parte de su sueldo a invitar copetes a los muchachos, lo que le asegura un rato con ellos sin interrupciones, abrazarlos, bailar con ellos, menearles su cuerpo imperfecto mientras ella disfruta de una clase de anatomía en Braille.
La ingenua: chiquillas no tan jovencitas, que van finde tras finde, ya son conocidas, garzones y bailarines las conocen, las saludan; hasta me atrevería a decir que las quieren. Llevan regalos para los favoritos, son como sus fans, pero con esa ingenuidad de creer que en algún momento lograrán “sacarlos de la noche” y convertirse en la mujer que los hará volver a su centro, soñar con la familia perfecta y ser los padres de sus bellos hijos. Pero eso, ellas no entienden que no sucederá, ellas han sublimado el hecho de que ellos disfrutan no sólo de su trabajo, sino de ser el fetiche de tantas, el grito en cuello de la mujer común y corriente. Ellos no están para rutinas ordinarias y corrientes, pero se humanizan un poco en los ojos de estas ingenuas que juran de guata que serán las guardianas de esos corazones solitarios, y no han cachado que si esos corazones están solitarios, ha sido en un acto deliberado de hombres más vivarachos de lo que usted se imagina.
Las Kenitas: llamaremos así a esas minas sub 35 que parecen Barbie, cuerpos perfectos a fuerza de gimnasio diario, cabelleras platinadas, bronceado paradisiaco, tacones hasta las estrellas, tetas siliconadas y amigas que cumplen con los mismos rasgos. ¿Qué hacen esas minas en un lugar como éste? Si una piensa fríamente, esas mujeres podrían conseguir el guachón que quisiera en cualquier club nocturno y gratis, tirando un par de whatsappasos, haciendo un par de guiños en el gimnasio, mostrando el escote en el casino…. Pero no. Están acá, pagaron caro por entrar y están producidas como para la alfombra roja de los premios del cine porno en Madrid. Pezones duros y visibles que se manifiestan tras poleritas estrechas y casi innecesarias. ¿Mi teoría? Mujeres inseguras, de esas que necesitan ser la que se come al mino que todas se quieren comer, y qué más reafirmante de su sensualidad que comerte a los vedettos que todas quieren tener? Pero claro, ellas no están dispuestas a ofrecerles dinero a ellos por un rico y turgente polvo, porque finalmente lo que ellas quieren no es cualiarse a los jóvenes y disfrutar de esos cuerpos privilegiados, lo que ellas quieren es disfrutar del triunfo de ser “las elegidas” que se los afilan gratis, y que ojalá, se sepa.
Las maduras pragmáticas: a diferencia de las Kenitas, las pragmáticas son las que no necesitan el triunfo de ser elegidas, es más, las que eligen son ellas. No hacen escándalo, no gritan mucho ni les agarran el poto a los strippers en el pasillo. No van en grupos grandes, sino en pareja o tríos con amigas de la misma especie. Miran a las de la despedida de soltera con cara de culo, porque ellas quieren tomarse el show en serio, quieren apreciar la estética sin gritos en la oreja, quieren tocar a los galanes con más cordura, quieren mirarlos de reojo, desde lejos, mientras saborean el momento previo de llevarlos a un baile privado. Miran con desprecio a las Kenitas, porque no comprenden que sean capaces de pagarles hasta 7 copetes (de 15 lucas cada uno) para conversarles, para lucirlos como mascotas en su cartera, mucho menos para fotografiarse entre ellas en el lugar y sin ellos en esa foto. La madura pragmática no ve a estos hombres como premios, en cierto modo los respeta, por eso no los pellizca furtivamente. La madura pragmática ve en estos hombres una mejor forma de catarsis que el psicólogo, respeta su oficio y agradece su encanto, porque de vez en cuando nos hace bien que nos hagan el verso, y ojalá que nos los pongan, pero bien puesto en privado y no para la foto.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en “Responsabilidad Social Empresarial” de la ONU
Diplomado en “Gestión del Conocimiento” de la ONU
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