Gardeazábal: “Estoy preparado para morir o suicidarme, sí es necesario”
En su casa materna del tradicional barrio Sajonia de Tuluá, el autor de Cóndores no entierran todo los días, recibió a LA CRÓNICA DEL QUINDÍO para hablar de su nueva novela La misa ha terminado.
Libro que desde antes de su lanzamiento, llevado a cabo el pasado 3 de febrero en un evento paralelo al Hay Festival, sigue haciendo ruido y generando polémica, al poner de manifiesto el tema del ‘lobby gay’ al interior de la iglesia Católica.
El escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal reconoce que este es un asunto ampliamente conocido por la gente pero que es visto como escandaloso porque es la primera vez que alguien se atreve a escribir lo que todo el mundo afirma en voz baja.
Escritor, siendo usted un desencantado de la literatura, al punto de afirmar en esta novela que sí uno quiere que algo se olvide debe escribirlo en un libro, ¿se imaginó qué este último trabajo iba a generar tanto ruido?
Yo lo que aspiraba era poder dejar una especie de canto del cisne, decir lo último que yo pensaba, y la novela pues aunque podría estar envuelta dentro de un papelillo de escándalo, porque nadie hasta ahora había tocado el tema del homosexualismo en la iglesia, todo el mundo sabe que existe pero nadie lo toca, nadie lo dice, todos lo tapan...
Pero no podemos negar que usted es su mejor publicista y sus amigos en los medios lo secundan muy bien.
Es notorio que en este momento de mi vida cuando llevo ocho años trabajando en radio, cuando a lo largo de tanto tiempo he pasado por tantos medios, reciba por lo menos el apoyo de tantos amigos a quienes de una u otra forma se les ha ayudado.
Pero aquí hay algo más, la crítica se inició en la provincia y fue creciendo en oleaje en la provincia, y los medios bogotanos como siempre se demoraban en admitirlo hasta que comenzaron a vender la edición pirata en los semáforos…
Gardeazábal, en toda su obra, la alusión a la iglesia Católica y a la curia es permanente, ¿es esta una herencia de la señora María, su mamá, de la que no se ha podido desprender?
No, es mucho más. Yo hago parte de la cultura colombiana y la cultura colombiana fue hecha por la iglesia Católica, Apostólica y Romana, versión española, y por ende inquisidora, y como tal con una iglesia cruel que fomentó que este país se volviera tan violento, entonces en esos ángulos intervienen muchos factores, hubo una serie de elementos formativos en los cuales yo vine a tomar partido solo cuando había leído suficiente y había pensado más, la revisión juiciosa de esa Colombia que ya no existe pero que a mis padres los esclavizó, a nosotros intentó frustrarnos y a muchos de los de ahora todavía les repercute, esa es la historia de esta novela.
El maestro Fernando Vallejo en la primera línea de su novela La puta de Babilonia dice que la iglesia Católica tiene una deuda con él, y en ese libro se la va a cobrar. ¿Tiene la iglesia una deuda pendiente con Gardeazábal y este libro era una forma de pasarle la factura?
No. Yo no soy de los que uso la venganza, ni tampoco soy capaz de acumular los odios, con todo lo que me ha pasado en la vida yo debería era andar con un fusil en la mano y disparar contra todo el mundo, y por el contrario yo creo que yo tenía era una deuda con la literatura Colombiana, la literatura Colombiana no tenía la novela de la iglesia, no había tocado un tema que era palpable para todos pero de todas maneras hábilmente ocultable, yo lo que he hecho es dar el último grano de arena que me faltaba, de esa ya larga historia de radiografías de la literatura colombiana sobre las distintas manifestaciones del poder en Colombia.
Hablando del poder. ¿Qué tanto hay que transgredir las normas de decencia y los principios para alcanzar dignidades, como en el caso del cardenal Casimiro en su novela?
La novela vuelvo a decir, juega a planos contra planos y a un contrapunteo permanente. El Cardenal Casimiro… es un señor que puede llegar a donde llegó, porque, primero no era un cura aflautado; era corpulento, hacia ejercicio.
Segundo, entendió desde primera mano que en la medida en que tuviera relaciones sexuales con cardenales y obispos del mundillo vaticano y entrara a ese ‘lobby gay’, iba a tener éxito. Y lo tuvo…
Quienes leímos la novela, sabemos que el cardenal Viazzo es el papa Francisco…
Bueno porque lo dice usted, yo no lo digo.
La novela lo deja entrever… ¿Realmente cree usted que el papa Francisco es un homofóbico perseguidor de curas mariquitas, o es para darle otros elementos de escándalo a la novela?
Es muy probable que lo sea. Sí usted revisa los curas que trabajaron en las diócesis argentinas donde estuvo, va a encontrar que no hay un solo cura aflautado.
Yo dije, este es el tipo exacto que la iglesia puede necesitar, y la novela que muchos dijeron que iba a causar la gran desazón dentro de los curas, pues quiero advertirle, que por aquí ya han pasado muchos a que les firme libros, que traen subrayados y con comentarios de todo tipo, planteando que para la iglesia y para los curas de la iglesia colombiana, y seguramente de todo el mundo, esta novela va a hacer un tema de reflexión muy profundo.
En su respuesta anterior me dio pie para hacerle una pregunta, que de pronto los lectores no me perdonarían sí no la hago, algunas personas en mofa dicen, ¿es que a Gardeazábal seguramente le fue mal con algún amor de sotana?
Es la primera advertencia que hago en la novela, en los primeros capítulos digo muy claro, nunca me he acostado con un cura...
El cardenal Casimiro en su novela, hace todo un ‘lobby’ sexual en las camas de obispos, arzobispos y cardenales para llegar a ostentar el poder que logró, usted es un conocedor del poder en Colombia, ¿este ‘lobby’ sexual se da también en otras instancias como la política?
Es muy probable, pero con resultados malos, porque en la política no existe la estructura de la cofradía, sino que existe la cultura de los odios y las ventajas, como aquí no ha habido caudillos en mucho tiempo que manejen los partidos políticos y que den la orden, entonces aquí no sucedió lo que pudo haber sucedido en Portugal cuando Oliveira Salazar, o lo que pudo haber sucedido en Alemania cuando Luis II de Baviera.
En la política es probable que existan muchas locas de clóset, es posible que existan algunos otros que salen de vez en cuando a mostrar sus plumas, y hay otros que tienen que ponerse la mano en el pecho para que no se les salgan. Risas.
Se queja usted en la novela porque la iglesia en muchas ocasiones nos cercenó hasta la posibilidad de amar. ¿Se privó usted de los placeres mundanos por esta influencia nefasta?
No, no me parece nefasta, me parece es muy marcante para todo un pueblo, y yo que pretendí caer bajo ese yugo, desde muy temprana edad, estoy hablando de hace 55 años, ya andaba en el plan de la soberana rebeldía, entonces yo pude hacerme respetar y respetar a los demás. Y yo nunca he estado en un clóset, esa es la gran diferencia, por eso puedo exigir respeto, tanto para mí, como para los demás.
Al comienzo de la entrevista usted dijo que este es su canto del cisne, ¿se ha visualizado lejos de los micrófonos y del poder que dan los medios?
Lo he estado pensando muy seriamente porque mi estado de salud cada vez tiene más problemas, ahora ando con un parche en la nalga que solo le ponen a las señoras menopáusicas y a mí me lo pusieron para que la pierna me funcione.
Tengo problemas cardiacos, los pies se me hinchan constantemente, no puedo subir a Bogotá, subo a Pereira y se me tapan los oídos, entonces cuando uno ya siente que la máquina se envejeció pues tiene que hacer aportes mayúsculos, pero ahí entro en una gran contradicción porque yo siempre dije que la grandes obras de arte se escriben cuando uno está joven y se hacen cuando uno no ha pasado la treintena, y ahora resulta que a los 69 años he escrito una novela que parece ser un hito en la literatura colombiana, vamos a ver sí resiste el paso del tiempo… pero lo que sí he pensado es cómo me retiro más fácil y más tranquilo, he ido construyendo un nicho donde esconderme, donde irme metiendo, y estoy tratando de garantizar una pequeña renta porque yo nunca cotice para la pensión.
El cardenal Casimiro cuando sintió que perdía su poder, no lo resistió y terminó quitándose la vida, ¿está preparado el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal para desprenderse del poder?
Y de la vida, si tengo que suicidarme me suicidó, yo no tengo problema.
No teniendo los grandes medios para expresarse como lo hace, ¿no le da miedo terminar como el personaje de el ‘Demente’, parado en el atrio de la iglesia San Bartolomé gritando diatribas sin que nadie lo escuche?
GAG: No, es que yo he sido el ‘Demente’ toda la vida…
Por Robert Posada Rosero
Saludos
Rodrigo González Fernández
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