Fernando Chomali, ingeniero y obispo auxiliar de Santiago
“El congelamiento de embriones es inmoral”
La Iglesia se reafirma: la abstinencia y la fidelidad conyugal siguen siendo los únicos métodos seguros de prevención del sida. Sigue demonizando al condón y a la píldora del día después. Es el recetario ético del catolicismo chileno.
Nación Domingo |
Por Francisco Aedo
A su juicio, la congelación de embriones es inmoral. La abstinencia y la fidelidad conyugal son los únicos métodos de prevención del VIH ciento por ciento seguros. Cree que entregar la píldora del día después a mayores de 14 años es un acto que banaliza la sexualidad humana. Son las opiniones de este sacerdote que, según conocedores de la Iglesia Católica, está aquí para dar una opinión fundamentada y ortodoxa en materias de bioética. El ingeniero Fernando Chomali es obispo auxiliar de Santiago desde hace poco más de dos meses.
El pasado 21 de julio, parlamentarios de todos los partidos políticos, autoridades de salud y la Presidenta Michelle Bachelet, recibieron una carta firmada por los obispos Alejandro Goic y Cristián Contreras, presidente y secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile, respectivamente. Eran los reparos de la Iglesia Católica frente a dos iniciativas de ley, una ingresada al Congreso, otra de inminente tramitación.
La primera había sido la entregada por los diputados socialistas Juan Bustos y Fulvio Rossi, quienes presentaron un proyecto de ley el 11 de mayo que establece la regulación legal de la eutanasia. Esto prendió la luz de alerta en la jerarquía eclesiástica, que cambió a emergencia en el momento en que el Ministerio de Salud anunció que ingresaría su propio documento con las modificaciones al proyecto sobre derechos y deberes de las personas en su atención de salud, presentado en 2001, y que había sido archivado en el Congreso el pasado 7 de marzo.
A juicio de Chomali, master en Bioética, no ha habido una discusión seria en este ámbito. “Ha primado la emotividad, las posturas ideológicas, pero creo que ha faltado una reflexión seria en torno a la verdad del ser humano, el sentido de su vida y lo que significan para la sociedad leyes como la eutanasia y el aborto”.
–¿Cuál es su opinión acerca de la tramitación del proyecto de ley de derechos y deberes de los pacientes?
–Pienso que es el inicio de la juridización de la medicina, que puede terminar por provocar que estemos más preocupados de lo que dice la ley que del ethos propio de la medicina; o sea, sanar y curar a los enfermos. La Iglesia es muy clara: no a la eutanasia, no al ensañamiento terapéutico. La máxima es si no puedes curar, alivia. Si no puede aliviar, consuela.
–Durante la pasada semana se pidió apurar la discusión acerca del proyecto del senador Mariano Ruiz-Esquide respecto de fertilización asistida, que busca regular los procesos de bioconservación que se efectúan en Chile. ¿Qué le parece esta petición del senador?
–Me resulta muy incómodo que la vida humana dependa de la pericia de terceros. Que fruto de estas técnicas haya embriones congelados y desechados, que haya niños sin una filiación cierta, en virtud de que los gametos de los padres que solicitan un niño son distintos a los donantes. Estas técnicas las considero claramente inmorales y me preocupa que el Estado se haga parte de situaciones de este tipo. La Iglesia Católica insiste una y otra vez que el lugar para engendrar la vida humana es el matrimonio entre un hombre y una mujer, único e indisoluble.
–¿Pero qué pasa con los cónyuges que no pueden tener hijos?
–El matrimonio tiene todo su valor incluso sin hijos, y está siempre la posibilidad de adopción.
–¿Y el derecho de una madre a llevar en su vientre a un hijo?
–Claro, pero ese derecho se contrapone con el derecho a la vida. El de la vida es primordial y no se puede justificar un mal objetivo para lograr un bien. No hay un derecho al hijo, eso no existe. Uno tiene derecho respecto de las cosas, pero no de las personas. Los embriones son seres humanos que merecen respeto y no pueden ser considerados como mero material biológico.
–A propósito del derecho a la vida, ¿no es contradictoria la actitud de la Iglesia hacia el preservativo tomando en cuenta que el condón es un método de prevención importante?
–En Chile, un altísimo número de personas se contagia por conductas sexuales, y la Iglesia Católica plantea que la única forma de evitar este contagio absolutamente es a través de la abstinencia y la fidelidad en el matrimonio.
–¿Qué pasa cuando uno de los dos cónyuges está infectado?
–Ahí el principio del amor es el más fundamental. Nadie que quiera realmente a su pareja lo va a exponer a un riesgo como el sida. Aquí hay un tema de generosidad y renuncia muy grande, por un bien más valorado, que es la vida.
–¿Los cónyuges deberían renunciar al sexo?
–Los cónyuges, en virtud de la opción por la vida, deberían ser capaces de abstenerse de esa forma de expresar afecto, que no es la única.
–Ahora, lo que usted está diciendo, ¿es imposición o una opción?, porque por supuesto que la pareja puede decir: quiero tener sexo igual…
–La Iglesia no es una policía. La Iglesia enseña, exhorta y plantea que ésa es la doctrina que mejor representa la dignidad de la sexualidad humana. Ningún científico serio puede afirmar que el uso de preservativo evita el VIH; por lo tanto, la autoridad tiene la obligación de plantear esa realidad, y eso no se ha hecho.
–Hay estudios que muestran que el condón disminuye el riesgo de contraerlo. Desde ese punto de vista, ¿la Iglesia no estaría cometiendo un atentado contra la salud, al condenar su uso?
–Absolutamente no, porque la Iglesia propone un método que es ciento por ciento seguro, que es la mutua fidelidad y la abstinencia.
–Pero condena el uso del condón, que disminuye el riesgo.
–Porque da una opción absolutamente segura. ¿Quién se hace cargo de aquella persona que ante la falsa seguridad se infecta? Yo garantizo que con los métodos que promueve la Iglesia Católica jamás se va a infectar una persona, y el valor de la vida es anterior al deseo de la persona.
–Insisto: el condón disminuye la posibilidad de contraer sida.
–Es que hay una desproporción entre el riesgo y el beneficio. El riesgo es tu vida, hablamos de una enfermedad muy grave.
–Y la píldora del día después, ¿no es una opción válida para el embarazo no deseado o la violación?
–Quien la ingiere después de una relación sexual tiene altas probabilidades de evitar que el embrión se anide, porque la píldora tiene, según sus propios fabricantes, un efecto antianidatorio, eso es un aborto y es claramente inmoral. No hay ningún estudio que haya demostrado que la píldora no es abortiva.
–¿Y los del doctor Horacio Croxatto, quien sostiene que la píldora no interfiere la implantación en ratas y el mono Cebus apella?
–El doctor Croxatto nunca ha demostrado que la píldora no sea abortiva.
–¿Qué demostró, entonces?
–Él nunca ha demostrado que la píldora no sea abortiva en humanos. Él ha trabajado en animales, y respecto de la píldora sus estudios no son concluyentes.
–La ministra María Soledad Barría habló de entregar la píldora del día después a mayores de 14 años sin informar a sus padres.
–Una medida de este tipo banaliza la sexualidad humana. El mensaje es: “Lo importante es no embarazarte, usa la píldora. Lo importante es no infectarte de VIH, usa el condón”. Y me parece que es muy pobre eso. Me parece altamente peligroso no hacerse cargo de una sociedad en la cual hay un aumento del consumo de alcohol, de drogas y una sexualidad banalizada.
–¿Cree usted que existe una agenda valórica, o es un invento? ¿O un intento de la Iglesia por posicionarse en un debate?
–Creo que estamos viviendo profundos cambios en la sociedad chilena, creo que estamos embriagados con las cifras macroeconómicas, pero no nos hemos hecho cargo del ser humano en su complejidad.
–Pero no respondió. ¿La agenda valórica es idea de la Iglesia o de otros sectores?
–Siempre, la Iglesia se ha preocupado de los valores, toda la vida, ellos son inherentes a la agenda de la Iglesia Católica.
–Desde ese punto de vista, ¿lo valórico no está también en lo político? Monseñor Goic, hablando del sistema electoral binominal, dijo que no era sostenible, y que prefería un sistema proporcional
–Yo no he estudiado ese tema.
–Pero, ¿no le parece que los valores pueden estar en los temas políticos?
–Están en todo. Los valores atraviesan lo político, lo económico, todo.
–¿Y cómo se enfrentan cifras como las de Adimark de septiembre de 2005, donde más del 90% de la gente se declaraba a favor del uso del condón, pese a decirse católica?
–Debemos enseñar con mayor diligencia a los católicos. Un católico que conoce el magisterio de la Iglesia no puede estar a favor del uso de condones, de la píldora del día después.
–Pero la Iglesia Católica tiene una posición en contra del condón, la píldora; o sea, no es falta de conocimiento, sino falta de convicción de que eso es así.
–Bueno, ese trabajo es nuestro, apelar a la inteligencia de las personas, a la fe y a la fidelidad del magisterio de la Iglesia. Una sociedad que vive centrada en defenderse de los embarazos es una sociedad que ha perdido el norte. Pero no tengo tan claro que la gente esté a favor de lo que dice que está en los medios.
–¿Usted no cree que los jóvenes estén de acuerdo con el uso del condón, por ejemplo?
–Pienso que después de una reflexión serena al respecto se darán cuenta de la falacia que significa una sexualidad vivida al margen del matrimonio.
–¿No cree que hay una injusticia de fondo en el uso de la píldora, por ejemplo? En los consultorios se entrega con problemas, mientras en el barrio alto el acceso es fácil.
–La injusticia se da en todo. En vivienda, educación, en el acceso a la diversión. Estamos en una sociedad desequilibrada respecto del acceso a muchos bienes, en todo, pero no me parece un signo de desarrollo distribuir masivamente una píldora abortiva. LND
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Saludos Rodrigo González Fernández,
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