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Quiero puro escuchar cómo hará Longueira para financiar su campaña sin los empresarios, y al Panzer decirle de una vez, con todo respeto, que no nos obligue a vivir en el 2009, porque los chilenos que respiramos en Chile y no en Estados Unidos con suerte podemos enfrentar este 2007.
Carmen Sepúlveda
Nación Domingo
Francamente en esto de hacer ficción, los políticos nos llevan la delantera; de un día para otro obligaron a la población a trasladarse del 2007 al 2009 como si fuera tan fácil. Qué les digo, estuve en el primer debate presidencial, con dos potentes figuras apoyadas por las encuestas: Soledad Alvear y Sebastián Piñera. Llegaron relajados, con uno que otro pariente como pilar afectivo, y muchos medios. Ganas había en demasía por escuchar los argumentos de estos dos pensantes, el público los esperaba; yo no tanto, porque me altera esta cosa de que me cambien las fechas, la misma histeria me sucede cuando cambian a los ministros: lo hacen justo cuando uno finalmente los reconoce en el Metro. Pero el ajuste político es diario, así que nada extraño que ocurra este tipo de situaciones. Estamos en campaña, le duela a quien le duela. Lo cierto es que a esta cita, como muchos ya sabrán, también estaban invitados Pablo Longueira y José Miguel Insulza, pero el primero sufría de influenza y al segundo se le ocurrió no ir no más. Los intocables también se enferman y algunos más pesados hacen lo que quieren.
Sebastián Piñera y Soledad Alvear se reunieron en el Café Torres del Centro Cultural Palacio de la Moneda. No había sol, y la temperatura invernal fue lo único que alteró esta imagen de diciembre de 2009. La naturaleza no miente, pero en realidad, si uno cerraba los ojitos, era como estar al borde del Bicentenario, con las encuestas encima apostando quién sería el Presidente. Lo triste, señores, es que ver a los candidatos me produjo desesperanza, ni siquiera existe la novedad de que una mujer sea Presidente; e imaginarse a Piñera como elegido es como que te refrieguen en la cara la soberbia del lucro porque sí.
La escena era para confundir a cualquiera. El debate empezó a las 9:30 y Soledad Alvear, impecable y sin torpedo, se presentó con Edgardo Riveros, subsecretario general de la Presidencia, y con uno de sus hijos. Piñera sonreía con su fuerza y entusiasmo particulares, convencido de que es el millonario que romperá el karma de la derecha, que no gana una elección en 50 años. Las ganas de este hombre me ponen nerviosa.
Su fórmula discursiva mezcló la ecología, los vuelos, el rating, el Colo Colo, el apellido de algún líder mundial y el tan admirado verbo “emprender”. En cambio, Soledad, con su modo femenino, obligó a observarla más de la cuenta. Ella tiene la particularidad de trasladarme al colegio; la relaciono con la directora de un colegio público de excelencia. Porque todo en ella es autoridad, pero moderada, y quizás sea esa imagen la que la muestra un poquito fome. En serio, no me la imagino diciéndole 88 garabatos a su marido porque algo no le pareció, tampoco histérica con sus hijos, porque ella favorece el diálogo. No se desordena ni cuando se ríe. Es distante pero cálida.
Su conexión con el pueblo pasa también por los conciertos de Marco Antonio Solís, ahí canta hasta morir. De verdad la miro y pienso que con esta mujer no tendremos nunca una guerra, porque nació para el consenso. ¿Cómo mantiene esa actitud? Ni idea. Nadie puede ser tan estable políticamente.
¿Cómo se veía Sebastián? Esta vez él estaba contento, porque sus dotes de nadador no fueron en vano. El quinto submarino más antiguo del mundo, el “Flash”, fue rescatado del olvido y reintegrado a la identidad nacional. Su zambullido con gualetas y traje lo puso feliz. En realidad fue bien poquito el rato que estuvo en las aguas del Pacífico tras “Flash”, pero los 17 minutos de buceo fueron suficiente marketing. Excelente.
Su alegría reforzó las ganas de gritarle al mundo que la alternancia es necesaria. “El tango dice que 20 años no es nada, pero en política es una eternidad, una cosa rara, inusual. Para la Concertación es bueno que sienta que no tiene asegurado su arriendo en Morandé 80, para que actúe con un cierto sentido de premura, responsabilidad y urgencia”, dijo. Piñera hablaba en medio de un silencio que no incomodaba a nadie, porque el Café Torres es pequeñito y la prensa fue la única que hizo un bulto incómodo.
Soledad esperaba su turno para responder esto de por qué es beneficioso que gobierne la centro-izquierda. Y lo hizo a partir de los logros. Patricio Aylwin sacó adelante la transición; Eduardo Frei tuvo un Gobierno modernizador –donde ella hizo lo suyo con la modificación del sistema judicial–, y Ricardo Lagos, que tuvo el desafío de insertar a Chile en el mundo.
Pero el Tatán respondió rápidamente: “Los países no viven de las nostalgias, sino que de proyecciones; es como si Colo Colo se conformara con la Copa Libertadores del ’91. Nosotros queremos ganar la Copa Libertadores ahora el 2007, por lo tanto el presente y el futuro es lo que está en discusión”.
Y así el debate empezó a tomar cuerpo, pero no salía del tedio. Necesité un asiento, quise un café, quise irme, me dio frío. Los presentes no me animaban porque estaban súper serios.
El bombardeo de Piñera seguía: “2006 no fue un buen año para Chile, el crecimiento fue del 4%; menos que el promedio de América Latina, menos que el promedio mundial”.
Y Alvear refutaba: “Yo creo que en este último año como Gobierno hemos tenido dificultades; no decirlo sería faltar a la verdad, y, por lo menos en mi vida política y personal, el concepto de verdad es algo que intento vivir”.
Piñera utilizó todos los adjetivos posibles para decir que la Concertación estaba desgastada. Dijo que sufría “fatiga de material” y que la recurrencia a la corrupción y que sus propios proyectos emblemáticos sean rechazados por sus parlamentarios hace que la coalición no cumpla su rol.
Si les interesa aquí van trozos de la exposición:
Soledad: “A mi me parece súper incoherente, Sebastián, que parlamentarios de RN y la UDI apoyaron unánimemente un proyecto de depreciación acelerada en el Congreso y no le encontraron ningún defecto en la Comisión de Hacienda del Senado, pero van a la sala y votan en contra. Eso, a mi juicio, no es actuar de acuerdo a lo que uno cree son los principios”.
Sebastián: “La Alianza, gracias a esos tres benditos senadores díscolos, tuvo la oportunidad de hacer lo que todo el mundo le pide, que ponga su agenda sobre la mesa”.
Soledad: “Nos hacemos la crítica de que tres parlamentarios de la Concertación votaron en contra, no lo desconozco, pero yo creo que si queremos tener credibilidad, debemos ser coherentes”.
Cosa de principios, de coherencia y de credibilidad. Nada que hacer con esta dupla, creo que debemos esperar el debate entre Longueira e Insulza, porque ambos trabajan mejor la tensión escénica, porque aquí no hubo pasión. En el próximo debate quiero puro escuchar cómo hará Longueira para financiar su campaña sin los empresarios, y al Panzer decirle de una vez, con todo respeto, que no nos obligue a vivir en el 2009, porque los chilenos que respiramos en Chile y no en Estados Unidos con suerte podemos enfrentar este 2007. Sólo se pide un poco de misericordia. LNDEMPRE UNA CONSULTA PREVENTIVA SERA + EFicaz F.5839786 santiago chile
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