Esta semana se han producido dos hechos importantes en sendos factores clave de nuestra economía: el dólar ha vuelto a traspasar hacia abajo tras 16 meses la barrera de los 500 pesos y el cobre ha vuelto a superar los tres dólares.
Las mejores perspectivas de la economía mundial y el fuerte incremento de la demanda china han presionado al cobre al alza. Y, pese a que existen muchos proyectos de expansión, la fuerte demanda debiera seguir impulsando esa tendencia alcista. Lo anterior tendrá gran efecto para Chile, ya que, como se sabe, cada centavo en el precio promedio del cobre significa más de 100 millones de dólares en exportaciones, con evidente incidencia en el tipo de cambio.
La debilidad del dólar no es un fenómeno exclusivo de Chile y su causa principal es el enorme déficit público de Estados Unidos. De hecho, el propio presidente de la Reserva Federal manifestó esta semana su preocupación ante la debilidad que está mostrando esa moneda respecto del resto de divisas preocupación que también fue compartida por el presidente del Banco Central europeo.
Evidentemente, la evolución del dólar en nuestro país ha inquietado a los sectores exportadores y a quienes sustituyen importaciones, que se ven afectados y cuyo destino está fuertemente alineado al futuro de la economía chilena. Muchos de ellos han llamado a la intervención del Banco Central, desatando un creciente debate técnico sobre la conveniencia o inconveniencia de hacerlo.
Cabe recordar que en abril de 2008, cuando la moneda estadounidense se situó en 430 pesos y el cobre superaba los cuatro dólares, el Banco Central decidió intervenir mediante la compra de divisas. Sin embargo, el contexto que llevó al instituto emisor a intervenir el año pasado era distinto del actual. La desconfianza respecto del dólar a nivel internacional es similar, pero los grados de incertidumbre sobre la economía mundial son diferentes. El año pasado la tendencia era absolutamente a la baja, sin claridad sobre cuán profunda sería la crisis. Hoy, la incertidumbre se mantiene, pero la dirección es claramente en el sentido inverso.
La autoridad debe estar atenta a la evolución del tipo de cambio, pues no es descartable que en algún momento sea necesaria una medida transitoria para evitar el desplome del dólar y corregir desequilibrios. Sin embargo, pese a que el tipo de cambio real ha caído, hoy no parece evidente que exista un desequilibrio suficientemente claro, que justifique intervenir.
El resultado de una intervención no siempre es eficaz lo prueba, por ejemplo, la escasa eficacia del impuesto sobre flujos que Brasil instauró hace algunas semanas para depreciar al real, y muchas veces es perjudicial, cuando no se logra doblegar al mercado. Hoy, por sobre todo, se requiere prudencia de la autoridad monetaria y creatividad por parte del Gobierno para aplicar medidas que fortalezcan enérgicamente la competitividad de los sectores productivos de nuestra economía.
CONSULTEN, ESCRIBAN OPINEN LIBREMENTE
Saludos
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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