Gracias a los dos Felipes
En estos días nos enfrentamos como país a nuevas pérdidas, 21 para ser más precisa y el dolor y la emoción cubrieron Chile. Ellos cambiaron el tono emocional de nuestro país y nos permitieron en un país donde somos muy malos para decir lo que sentimos, poder llorar sin que nadie nos encuentre tontos, ni nos reten por eso.Claramente llorar por Felipe Camiroaga es como llorar a un miembro de nuestra familia lo que refleja desde algún lugar nuestras soledades y como alguien, desde una pantalla, nos llena el alma por muchos años. Cuatro horas diarias entrando a las casas de las personas es mucho más de lo que los padres les dedican a sus hijos y los matrimonios entre sí.
Para mí él fue muy especial, nunca fui a su casa y el estuvo a punto de venir a la mía pero ese día tuvo una grabación. Sin embargo, nos teníamos un cariño y admiración entrañable, los mensajes de texto eran frecuentes sobre todo en los momentos difíciles y especialmente el 23 de febrero en el que juntos recordábamos pérdidas importantes.
Voy a extrañar su dulzura, sus abrazos y su maravilloso sentido del humor. Era un ser extraordinario, con una generosidad pocas veces vista. Claramente lo voy a echar de menos. En realidad cuando uno llora las pérdidas llora por uno no por ellos.
El otro Felipe, Felipe Cubillos, fue mi amigo en la solidaridad y en la búsqueda de sueños. Nuestros encuentros siempre eran en congresos, seminarios, reuniones para ver como ayudábamos más a Chile. Su alegría, desprolijidad y su coraje me maravillaron siempre. Su clásica frase de que 'prefería pedir perdón a pedir permiso' para ejemplificar la rapidez con la que debían hacerse los cambios en beneficio de los más necesitados, me va a acompañar toda la vida al igual que su sonrisa y eterna capacidad de conversación. Con él siempre eran largas, muy largas.
Los duelos son largos, contradictorios, y las penas no se pasan. Sólo se aprende a vivir y a caminar con ellas y para eso hay días buenos y días malos. Las etapas se superponen, pueden ocurrir todas en un día y el shock, la rabia, la pena y la reconciliación caminan juntas, desordenadas y sólo hay que transitarlas con cariño.
Quiero representar en los dos Felipes a los 21, que dijeron con su partida que hay que amar lo que se hace, que el ejercicio del deber es más placentero que la presión por los derechos solamente. Que los sueños son posibles, sólo hay que ser perseverantes en su logro.
Gracias a los 21 porque nos hicieron recordar que somos sensibles, que seguimos teniendo capacidad de asombro, que a todos nos importan las mismas cosas y deseamos lo mismo: ser amados y amar con intensidad.
Buen viaje a los 21: ustedes viajaron primero, nosotros los seguimos cuando Dios así lo quiera.
Por Pilar Sordo, psicóloga.
Posteado por PuntoMujer el Septiembre 12, 2011 09:45 AM
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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