El especialista, Rodolfo  Salas, en su blog Estrategia de Negocios nos plantea un tema  sumamente importante para la pequeña y mediana empresa como es, cuál es el  cliente correcto para nosotros?. En quién vale la pena invertir y porqué y lo  hace de esta manera: 
 Sabiendo que algunos clientes solo  buscan obtener una transacción exitosa y otros valoran el hecho de que  se establezca una sólida relación, ¿vale la pena invertir en los  primeros? La respuesta es sencilla. NO. El grupo de los primeros  clientes, son los que toman las ofertas, las promociones, los incentivos de  corto plazo, y así van de proveedor en proveedor. Si las promociones están bien  entendidas, las empresas las lanzan para captar nuevos clientes, los que serán  rentables en la medida que estos consumidores nos sigan comprando. Solo en una  relación comercial a mediano plazo, podremos recuperar los costos de captar a un  cliente.
 Pero, ¿cuáles son las mejores  herramientas para identificar a los clientes más valiosos? Nada sustituye la  posibilidad de formularle preguntas al cliente, pero también podemos analizar  las transacciones: cuánto nos compró en el pasado, antigüedad como cliente,  frecuencia con la que compra, si siempre compra en liquidaciones, si siempre  adquiere nuestras ofertas especiales, que medios de pago elige, historial de  quejas y reclamos, etc., etc., pero hay cosas que quiero saber y solo puedo  averiguar preguntándole. Para eso tenemos la pregunta de oro.  Imagine preguntarle al cliente: "Si milagrosamente a  partir de mañana, le fuera otorgado a su día una hora más, ¿en qué utilizaría la  hora 25?"
  
 ¡Se sorprenderán de las respuestas!  Realmente se puede con esta sola pregunta, trazar un perfil bastante  aproximado de nuestro cliente, la parte de la información que no  podemos recoger analizando la historia transaccional. No obstante hay muchos  otros casos de "pregunta de oro", en Estados Unidos hay un  fabricante de comida para mascotas que decidió desarrollar relaciones con sus  clientes -vale aclarar que los clientes son los dueños de las mascotas-. En vez  de averiguar cuantos cachorros tenían y sus edades, les preguntó en el marco de  un programa de fidelización "¿Dónde duerme su mascota?", las  que duermen cerca del dueño suponen un cliente mucho más valioso que los que  hacen dormir a sus mascotas fuera de la casa. De esta manera, se sigue  preguntando algunas otras cuestiones, que tiene como objetivo permitirle a la  empresa ponderar "cuanto quiere a su mascota" y en definitiva  quienes son los que están más dispuestos a gastar unos pesos extras en la compra  de comida Premium.
 Lo que tenemos que tratar de establecer  es el valor específico del cliente que surge de determinar y sumar tres tipos de  valores:
 
 - El Valor  real, que surge de saber cuánto compra actualmente.
 - El valor  futuro, que parte de suponer cuanto nos podría comprar este  cliente si continuara siendo nuestro cliente, tomando estadísticas de vida  promedio y otras cuestiones como descuentos de una tasa de corte de los valores  fututos; y por último.
 - El valor  estratégico de un cliente, y es en donde quiero detenerme. Esta  variable nunca o muy pocas veces es tenida en cuenta por las empresas que  segmentan y diferencian al cliente, y probablemente en muchos casos estén  desechando el jugo de la naranja para quedarse solo con las semillas. Un cliente  puede tener un valor real bajo y un valor futuro no muy tentador, pero  si analizamos el valor estratégico podríamos obtener una visión  alentadora a la hora de retener. ¿A qué me refiero?
  
 Imaginemos que un cliente de un banco tiene  desde hace cinco años una caja de ahorro en la que deposita su sueldo y solo  eso. El banco obtiene un minúsculo ingreso mensual, que inclusive muchas veces  no se traduce en ganancia, debido a que el cliente genera reclamos permanentes  al centro de atención. El banco puede inferir que el cliente, tiene un valor  real muy bajo y suspende cualquier tipo de comunicación a esta persona, para  asegurarse de no seguir invirtiendo. Lo que el banco pasa por alto, es que el  cliente ha hecho averiguaciones en los últimos tres meses sobre créditos  personales y créditos hipotecarios, porque como el mismo le comentara al  ejecutivo de cuentas, está por casarse. De hecho, llevó a su futura esposa para  que abra una cuenta en el mismo banco y concentrar de este modo los ingresos de  ambos. Toda esta información es lo que denomino: "valor estratégico de  un cliente". Es toda esa información, que no aprendemos a recoger, ni a  almacenar y que nos está indicando que el Sr. José García puede avanzar varios  puestos en nuestra tabla de posiciones, es decir que tal vez deberíamos seguir  invirtiendo en el por un período más.
 Por otro lado, debemos dejar en claro que  el hecho de tener clientes más valiosos que otros, no significa de  ningún modo que vamos a tratar mal algún cliente. Tenemos que saber quien es  quien en nuestra cartera, sin importar si somos un estudio jurídico con veinte  clientes o un supermercado con cincuenta mil. Debemos determinar en todos los  casos quienes son los mejores para poder retenerlos, quienes tiene potencial de  desarrollo, quienes nos generan pérdidas para evitar seguir gastando en ellos.  Podemos tener según el negocio en el que estemos, dos, tres o hasta veinte  tipificaciones de clientes para planificar acciones comerciales distintivas con  cada uno de ellos y siempre en función de la ganancia que aporte cada uno, ya  que en definitiva solo se trata de ser rentables.
  
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