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miércoles, junio 02, 2010

SEBASTIAN PIÑERA Del Chile del Bicentenario al país de las oportunidades

Del Chile del Bicentenario al país de las oportunidades

sebastian piñera presidente de la republica


Sebastián Piñera E.
Presidente de la República

Quiero felicitar a "El Mercurio" de Santiago; a su director, don Cristián Zegers, a sus 1.540 trabajadores y 459 periodistas por el significativo aporte realizado al periodismo nacional en sus 110 años de vida.

En 1900, cuando "El Mercurio" de Santiago daba sus primeros pasos, Chile se encontraba sumido en una profunda crisis social, política y educacional. Así lo denunciaba, entre otros, ese gran político radical, don Enrique Mac Iver, quien se preguntaba: "¿Qué atajaba el poderoso vuelo que había tomado la República y qué había conducido a la más atrasada de las colonias españolas a la altura de la primera de las naciones hispanoamericanas?". Y es que, para don Enrique, luego de casi un siglo de vida independiente, "la holgura antigua se había trocado en estrechez, la energía para la lucha de la vida en laxitud, la confianza en temor, las expectativas en decepciones".

Aunque parezca difícil de creer, en el año de nuestro Bicentenario podríamos hacer nuestras buena parte de sus palabras.

Hace 20 años, los chilenos reconquistamos nuestra democracia con mucho coraje y sabiduría e iniciamos una transición pacífica y ejemplar. En los años que siguieron, entramos en un círculo virtuoso de crecimiento económico, estabilidad política y paz social que permitió 12 años de vacas gordas. Entre 1986 y 1997 crecimos al 7,6% anual, el doble del promedio mundial; creábamos 150 mil nuevos empleos al año; la formación bruta de capital aumentaba al 13,5% y la productividad de nuestra economía lo hacía al 2,2%. Ello nos permitió ilusionarnos con que este año 2010 celebraríamos nuestro Bicentenario como un país desarrollado y sin pobreza.

Pero a partir de 1998 las cosas cambiaron, y para mal, iniciando un largo período de 12 años de vacas flacas. Nuestra tasa de crecimiento se redujo a menos de la mitad, por debajo del promedio mundial. La creación de empleos cayó a 109 mil por año y el crecimiento de la inversión lo hizo a un tercio. Y en los últimos cuatro años, la productividad empezó a caer, pasando a ser un lastre en vez de un motor del crecimiento.

Nuestro ingreso per cápita hoy es de US$ 14.000, muy lejos del umbral del desarrollo que es de US$ 22.000 y que actualmente gozan países como Portugal y la República Checa. Es decir, estamos a medio camino. De seguir al ritmo actual, la meta del desarrollo la alcanzaríamos recién en 2030, condenando a cientos de miles de compatriotas, nacidos y por nacer, al subdesarrollo, la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades.

Estamos, en consecuencia, frente a una disyuntiva, no sólo política, sino sobre todo moral y ética. Hoy Chile se apronta a recorrer una nueva transición, la transición joven, la transición del futuro, la transición que nos permitirá, antes que esta década concluya, ser el primer país de América Latina que deja atrás el subdesarrollo, derrota la pobreza y se integra en plenitud a la sociedad del conocimiento y la información.

Para ello, hemos desarrollado una agenda de siete ejes, cada uno con objetivos, metas y plazos muy concretos, de manera que los chilenos puedan ir evaluando el avance en cada uno de ellos y fiscalizar su cumplimiento.

Crecer al 6% anual y aumentar la inversión

El primer eje consiste en crecer al 6% promedio anual. Ello supone aumentar la inversión de un 22% a un 28 % del PIB; duplicar nuestra inversión en ciencia y tecnología; fomentar la innovación y el emprendimiento; implementar una política de estado para las pymes y el mundo rural, y crear 100.000 nuevos emprendedores en 4 años, entre otros.

En segundo lugar, debemos crear un millón de buenos empleos, con salarios justos, en el período 2010-2014, es decir, 200.000 al año. Esto nos permitirá reducir sustancialmente la tasa de desempleo actual y darles oportunidades de trabajo a cientos de miles de mujeres y a ese medio millón de jóvenes que van a egresar del sistema educacional en los próximos 5 años.

En tercer lugar, nos hemos propuesto empezar a ganarle la batalla a la delincuencia y el narcotráfico.
Porque la delincuencia y la droga degradan a las personas, destruyen a las familias y envenenan las oportunidades de nuestros jóvenes. Y pareciera que los últimos gobiernos optaron por bajar los brazos frente a ambas. Para ganar estas batallas formaremos una alianza estratégica que va a requerir de un nuevo liderazgo, mucho más enérgico y comprometido, del Presidente de la República, del Gobierno y de nuestras policías. Y también, de políticas que aborden el problema en su integridad, tanto en materia de protección y justicia como de prevención y rehabilitación.

Educación de calidad y mayor exigencia a los alumnos

El cuarto desafío es que todos nuestros niños y jóvenes, cualquiera sea la condición económica de sus padres, reciban una educación de verdadera calidad. Y es que nuestro sistema educacional —digámoslo con todas sus letras—, en vez de corregir las desigualdades sociales, muchas veces las perpetúa, traspasándolas de generación en generación, lo cual constituye el verdadero y mayor escándalo de la sociedad chilena. Un escándalo del cual se ha hablado mucho para denunciarlo, pero se ha hecho poco para superarlo. Y lo cierto es que la batalla por el desarrollo la vamos a ganar o perder en la sala de clases. Por ello, además de crear 50 nuevos liceos de excelencia, para hombres y mujeres, en las principales ciudades de Chile, duplicaremos la subvención educacional en 8 años, partiendo con los alumnos más vulnerables; les daremos más y mejor información a los padres sobre la calidad de la enseñanza que otorgan los establecimientos de su comuna, y extenderemos las mediciones del Simce a Inglés, Educación Física y Tecnologías de la Información. También reformaremos la carrera docente, a fin de atraer a ellas a los mejores talentos y evaluaremos alternativas a la municipalización. Y, lo más importante, vamos a exigirles más a nuestros alumnos, estableciendo un mejor equilibrio entre sus derechos y obligaciones. Después de todo, se trata de su educación, su futuro y su vida.

Salud, tres objetivos concretos

Nuestro programa de salud, por su parte, está orientado a tres objetivos muy concretos: prevenir mejor las enfermedades; garantizar una atención digna, oportuna y de calidad para todos, y aumentar la infraestructura hospitalaria y de atención primaria, mejorando significativamente su gestión y eficiencia.
Lo primero supone desarrollar formas de vida más saludables, disminuir el tabaquismo y el consumo de alcohol, mejorar hábitos alimenticios, hacer más deporte y tener más contacto con la naturaleza. Lo segundo, exige terminar con las listas de espera de cirugía y enfermedades AUGE dentro de los próximos 2 años; eliminar discriminaciones arbitrarias que afectan a los pacientes de Fonasa respecto de los de Isapre; garantizar el acceso a medicamentos de calidad y a precios competitivos, y disminuir el mal uso de licencias médicas. Respecto de lo tercero, nos hemos propuesto construir al menos 10 hospitales y 56 consultorios en los próximos 4 años.

El ingreso ético familiar

El sexto eje consiste en reducir las de-sigualdades excesivas en nuestro país, para lo cual nos hemos propuesto erradicar la extrema pobreza antes de 2014 y la pobreza antes de 2018. Para ello, además de políticas de largo aliento que enfrenten sus causas, como mejorar la calidad de la educación, fortalecer la familia y volver a crear empleos, todas las cuales son fundamentales pero toman tiempo, debemos aliviar ahora las consecuencias de la pobreza, que afecta a más de dos millones de chilenas y chilenos. Para ello implementaremos el Ingreso Ético Familiar que a través de transferencias gubernamentales, suplementará el ingreso autónomo de las familias más pobres y de clase media vulnerable, de manera que puedan superar o evitar caer en la pobreza. Este Ingreso Ético Familiar lo hemos estimado en $250 mil para una familia de cinco miembros y estará condicionado al cumplimiento de requisitos básicos, como que los niños tengan sus controles de salud al día, que asistan a la escuela o que quienes tengan la edad suficiente estén trabajando, capacitándose o buscando empleo. Porque ninguna ayuda estatal puede reemplazar el esfuerzo que la propia familia haga para salir adelante. Además, vamos a crear el Ministerio de Desarrollo Social, que coordinará todas las políticas para erradicar la pobreza y reducir los niveles de desigualdad que existen en nuestro país.

Perfeccionar la democracia

El séptimo eje de nuestro programa será perfeccionar nuestra democracia, para hacerla más vital, participativa, cercana y transparente. Para ello promoveremos la inscripción automática y voto voluntario; les daremos derecho a voto a los chilenos que residen en el extranjero y que mantengan un compromiso y sentido de pertenencia con Chile; fortaleceremos la democracia regional y comunal; modificaremos el calendario de elecciones a fin de no interferir con las vacaciones y las fiestas de Navidad y fin de año y presentaremos una reforma integral a la Ley de Partidos Políticos estableciendo primarias voluntarias, vinculantes y simultáneas para elegir a los candidatos a cargos de elección popular. Además, permitiremos la iniciativa popular de ley, simplificaremos los plebiscitos comunales y perfeccionaremos los proyectos de ley sobre declaración de intereses patrimoniales de autoridades, así como el que instituye el fideicomiso ciego.

Estos son los 7 ejes principales de nuestro programa de gobierno. Respecto de cada una de ellos, les hemos pedido a los chilenos que nos juzguen por logros y no sólo por buenas intenciones. Porque en eso consiste la nueva forma de gobernar. Y si bien para alcanzar estas metas tendremos que mejorar, y mucho, la gestión del aparato público, su verdadero sentido y alcance va mucho más allá de eso. La nueva forma de gobernar busca, nada menos, que reencantar a las chilenas y chilenos con la política, el servicio público, la democracia y sus instituciones, de manera que la gente pueda volver a creer y confiar en ellas. En otras palabras, el mayor desafío de la actualidad, no sólo de nuestro gobierno sino de todas las fuerzas políticas, no es otro que recuperar la buena política, aquella que tiene un impacto real, perceptible y positivo en las vidas, en las oportunidades y en el futuro de millones de compatriotas. Así, y sólo así, nuestra República soltará sus amarras, desatará las fuerzas del emprendimiento, la creatividad y la innovación y recuperará su poderoso vuelo, aquel que jamás debió haber perdido.

FUENTE:
Saludos,
 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIENTO DE ONU
Celular: 93934521
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