Liderando la revolución de Gary Hamel
Autor: Juan Carlos Caramés
Estrategia y dirección estratégica
Palabras clave: cambio, gestión del cambio, innovación, revolución, empresa, gary hamel, harvard, estrategia
Nos encontramos actualmente en el umbral de una nueva era. Sabemos que va a ser turbulenta, de tumulto, de fortunas que se hacen y se deshacen a velocidades vertiginosas. Porque el cambio ha cambiado.
En una sola generación el costo de decodificar un gen humano ha bajado de millones de dólares a unos cien. El costo de almacenar un megabyte de datos ha bajado de centenares de dólares a prácticamente cero. La ubicuidad de la Internet ha hecho perder sentido a la geografía. En esta era una compañía que esté evolucionando paulatinamente ya se encuentra en camino a la extinción. Nunca fue más pequeña la distancia entre lo que se puede imaginar y lo que se puede realizar. Nuestra herencia ya no es nuestro destino.
Hoy lo único que nos limita es nuestra propia imaginación. Los individuos y las organizaciones que sean incapaces de escapar de la fuerza de gravedad del pasado verán cerradas las puertas del futuro. Para realizar totalmente la promesa de la nueva era, cada uno de nosotros debe convertirse en un soñador, cuya fantasía sean puertas abiertas a nuevas realidades. Debemos ser más innovadores que los innovadores. No es fácil aumentar las utilidades con una estrategia que sea "más de lo mismo". La capacidad de concebir de otra manera los negocios existentes a fin de crear nuevo valor para los clientes, ruda sorpresa para la competencia y nueva riqueza para los inversionistas, será el nuevo papel a cumplir por todos en las empresas.
Nuestro futuro será de promesas cumplidas. Muchas veces un nuevo modelo exitoso de negocio se convierte en el único para compañías que no son capaces de inventar uno propio. La innovación permite elementos estratégicos de diferenciación. Hágase las siguientes preguntas:
1.- ¿Ha dejado su empresa que otros definan las expectativas de los clientes?.
2.- ¿Nos ve la competencia más bien como seguidores que como rompedores de las reglas?.
3.- ¿Ha cambiado nuestra estrategia en alguna forma importante en los últimos dos años (dos meses para muchas otros estilos de negocios)?.
4.- ¿Ha sufrido erosión la ventaja en precios o costos?.
5.- ¿Se ha dificultado atraer a los mejores talentos?.
El que crea que su actual modelo de negocios le va a seguir dando utilidades a perpetuidad, o el que no tenga el valor para confesarlo, tendrá poco incentivo para buscar nuevas oportunidades de crear riqueza, y mucho menos para adoptar la nueva agenda de la innovación. Tarde o temprano todo modelo de negocios llega al punto de rendimientos decrecientes y en estos días más bien temprano que tarde. Cuantas más elecciones se ofrecen a los clientes, tantas veces más hace éste. La negación es trágica. La demora mortal.
En la era de la revolución toda compañía tiene que convertirse en un misil de oportunidades. Debe aprender a ver lo que no es convencional. Para ello debe aplicar la innovación conceptual, que es la capacidad de idear conceptos de negocios radicalmente distintos, o nuevas maneras de diferenciar los existentes. Hoy, es clave para la creación de nueva riqueza. Ya la competencia no es entre productos o compañías sino entre modelos de negocio.
La innovación conceptual del negocio más eficaz deja a los competidores en un terrible dilema: si abandonan su modelo de negocio ya bien probado, se exponen a sacrificar su negocio básico a cambio de un segundo lugar en un juego que ellos no inventaron, con reglas que no entienden; pero si no adoptan el nuevo modelo se privan del futuro. En esta innovación lo que no sea distinto no es estratégico.
¿Se está exponiendo usted a convertirse en un perpetuo seguidor?...SEA SU PROPIO VIDENTE.
La meta no es especular sobre lo que pueda suceder sino imaginar lo que uno puede hacer que suceda. Las predicciones crecientes y progresivas sobre modelos de negocios estáticos tienen sus días contados. Debemos desarrollar la capacidad de escapar del puño estrangulador de lo familiar.
Hoy hay que ser adicto a las novedades. Una gran parte de lo que está cambiando no se puede ver desde donde uno está sentado. Hay muchas cosas que obstruyen la vista. Hay que levantarse e ir en busca de nuevas experiencias, ir a nuevos lugares, aprender cosas nuevas, buscar nuevas personas. Debemos buscar la manera de sorprendernos continuamente a sí mismo. Lo que no sabe pero podría saber es mucho más importante que lo que no sabe y no puede saber.
Los que fueron sorprendidos por el futuro no estaban poniendo atención.
No hay ninguna información patentada sobre el futuro. Lo que uno puede conocer sobre lo que está cambiando, todos los demás lo pueden conocer. Así pues, hay que buscar donde otros no están buscando. La mayoría de las personas en una industria está ciegas de la misma manera, es decir, que todas están prestando atención a las mismas cosas y desatendiendo las mismas cosas. Uno tiene que estar perfectamente sintonizado con lo permanente y con lo que siempre cambia.
La familiaridad es el enemigo. Existe un enorme peligro en ver lo que está cambiando a través del lente de lo que ya existe. En la era de la innovación el futuro no es simplemente más del pasado. Si uno quiere crear lo nuevo, tiene que desmantelar primero todo su sistema existente de creencias y reducir a cenizas las cosas que no sean eternas y universalmente verdaderas. La autoridad que más necesita ser cuestionada es la de sus propias creencias arraigadas. No se puede usar un mapa anticuado para encontrar tierras nuevas.
A veces el precio de tardar mucho en llegar al mercado suele ser la liquidación definitiva. Veamos qué están haciendo las mejores compañías del mundo:
- Objetivos escandalosamente ambiciosos de que no se pueden alcanzar sin innovación conceptual.
- Trabajar a partir del cliente.
- Una meritocracia de innovación, en la cual las grandes ideas triunfan, vengan de donde vengan.
- Una definición bastante elástica y en evolución de los servicios que se ofrecen.
- Rápida experimentación y prototipos que permiten poner a prueba y definir nuevas ideas con una velocidad que deja a los competidores tradicionales sin resuello.
- Recordar que en un mundo que cambia rápidamente, aferrarse a una sola tecnología o a un concepto particular del negocio asfixia la innovación y al final acaba con la compañía.
Ninguna compañía alcanza más que sus aspiraciones. Debemos crear la cultura "por qué no", en vez de "por qué".
El valor de dejar atrás parte de sí mismo y de avanzar hacia lo desconocido no proviene de una banal afirmación de que "es bueno cambiar" sino de devoción a una causa que valga la pena. Hay que mudar la piel periódicamente, cancelar uno su propio capital intelectual depreciado.
Nuestros sueños ya no son fantasías sino posibilidades. La innovación no es todo, pero sí es lo más importante.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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