¿Por qué son tan incapaces los líderes políticos en sus decisiones económicas?
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Todas las instituciones económicas, mercados financieros, ahorradores, inversores, empresarios... viven pendientes de sus decisiones. Ahora más que nunca el futuro de las economías está en manos de los líderes políticos a los que, desde el Fondo Monetario Internacional hasta el mismoVaticano pasando por el Banco Mundial, se alienta para que adopten rápidas soluciones.
Está claro que ellos mismos son conscientes de que la situación se va a agravando día a día y que la crisis, como una balsa de aceite, se extiende y amenaza llevarse por delante a todo un sistema económico. Y, sin embargo, son reacios a tomar decisiones.
El solo hecho de verlos reunidos a los líderes políticos tranquiliza a los mercados y hace subir las Bolsas y cualquier decisión adoptada, por muy lejos que quede de las expectativas, es recibida con alegría y casi euforia. Sin embargo, al poco tiempo comienzan a aflorar matices en forma de declaraciones que echan por tierra lo que parecía un consenso. Y así una y otra vez, mientras que la crisis avanza inexorablemente.
¿Son tan incapaces los actuales lideres políticos en la toma de decisiones económicas? ¿Qué les impide alcanzar esas decisiones que son un clamor en todo el planeta, pero que ellos parecen no querer escuchar?
Podría decirse, como norma general, que es el resurgir de un fuerte nacionalismo la causa principal que impide a nuestros líderes políticos alcanzar acuerdos con los que afrontar la grave crisis. Pero, no sólo eso.
Barack Obama, el presidente del "we can", de las grandes expectativas y las promesas de cambios se muestra ahora desbordado por la presión de una realidad con la que parecía que no contó en sus memorables discursos gracias a los que accedió a la Casa Blanca. Cuentan que Steve Jobs compartió a su lado una cena y tras ella comentó que al presidente de Estados Unidos sólo le parecían "imposibles" cuantas propuestas les planteó. Antes que el nacionalismo, el presidente Obama se siente a menudo impotente ante una realidad que le tiene prisionero y le impide desarrollar las muchas propuestas de cambio que había prometido.
Nicolas Sarkozy es, sin duda, el líder europeo que hubiera necesitado la situación actual. Con capacidad para intermediar entre las necesidades de los países periféricos europeos y las posibilidades de Alemania. Pero, Sarkozy ha resultado, sin duda, un líder fallido que aparece y desaparece de la escena sin ningún orden ni concierto y que ha mostrado su incapacidad de poder atender a un tiempo los problemas de su decreciente popularidad en Francia y los de la crisis financiera de la Unión Europea. Un liderazgo debe tener continuidad y manifestarse en todos los ámbitos y eso le falta al presidente francés, capaz de enfrentarse con el primer ministro británico pero, al tiempo, hacer mutis por el foro cuando más se le necesita.
Las circunstancias de la crisis ha obligado a Angela Merkel a mantener un liderazgo del que, a menudo, reniega. A ella sí, le está condicionando la actitud nacionalista de unos ciudadanos que, a veces con razón, no están dispuestos a financiar los excesos, caprichos e irresponsabilidades de otros países. A la canciller alemana le pesa también la historia de un país, recientemente reunificado, cuyos fantasmas del pasado le impiden aceptar soluciones económicas que en otros Estados se podrían asumir con toda naturalidad. Merkel es constante "si, pero no", dividida entre un liderazgo impuesto en la Unión Europea y un liderazgo permanentemente cuestionado en su país. Pretende, sin duda, un equilibrio que no es posible en la excepcionalidad del momento.
Silvio Berlusconi es la peor caricatura de lo que debe ser el compromiso de un líder político para con el pueblo que le ha elegido. Y fue elegido dos veces. Las asociaciones de empresarios, artistas, profesionales que ahora le piden su dimisión deberían antes hacer un profundo análisis y reflexión sobre los problemas de una sociedad, como la italiana, que por dos veces elige de forma democrática a un político cuya máxima preocupación es legislar para sus propios intereses enfrentándose para ello a uno de los grandes poderes del estado, el judicial. Los problemas económicos y financieros de Italia, a cuyo destino está íntimamente unido la suerte de España, son sólo la cosecha de una forma de gobernar en la que el descrédito de las instituciones sociales, políticas y económicas es el pan nuestro de cada día. Ni nacionalismo, ni presión, ni falta de liderazgo.
Rodríguez Zapatero ha sido, fundamentalmente, un ejemplo de liderazgo equivocado, de asunción de decisiones económicas sin contar con los datos necesarios y, lo que es peor, sin prever alternativas en el caso de que la apuesta no saliera bien. Sólo mostró un cierto aprecio por la economía en el momento de nombrar a Pedro Solbes como vicepresidente económico. Pronto empezó a supeditar las decisiones económicas a sus compromisos políticos y sociales y cuando comenzaron a aparecer los primeros datos preocupantes se dedicó a negarlos en lugar de afrontarlos. Siempre tuvo claro que querría pasar a la historia por su liderazgo social y político y nunca pensó que la falta de visión económica le infringiría tanto daño.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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