lA FAMILIA GROB ES UN EJEMPLO DE LA TRADICION ALEMANA EN EL SUR
Los conozco desde hace más de 40 años.Grandes amigos
La huella de los Grob en la Union:
La huella emprendedora de los Grob Agricultores, ganaderos, fruticultores y empresarios. |
Hace más de 150 años que esta familia sembró una semilla que germinó hasta transformarse en un próspero negocio agropecuario. Primero fue un molino para fabricar harina de trigo, pero ahora son la leche, los arándanos y algunos cultivos tradicionales los motores de este clan. RODRIGO OBREQUE ECHEVERRÍA
La oficina de Augusto Grob, agricultor de la comuna de La Unión y presidente del directorio de Colún, está ubicada a escasos metros de donde termina el pavimento de la calle Augusto Grob, casi justo frente del terminal de buses de la ciudad.
Esta avenida, donde se emplazan algunas de las principales industrias locales, no fue bautizada así en su honor, sino en el de su abuelo, Augusto Grob Westermeyer, pero da cuenta de la importancia que ha tenido esta familia para el desarrollo económico y social de la zona.
Los Grob son la historia misma de la agricultura de la zona y de cómo a punta de esfuerzo se logra superar los trastornos económicos y sociales. Todo comenzó en 1855, cuando el colono alemán Friedrich Grob Besler llegó a La Unión e instala, una década más tarde, el molino que le daría fama al clan. Desde entonces, cada nueva generación - y ya van en la quinta- ha ido profundizando la marca de la familia en la región.
Hoy lo hacen Augusto (59 años) y su hermano Roberto (53) Grob Fuchs, quienes ya no tienen el molino - se vendió en 1997 a Carozzi- , pero se mantienen vinculados a la tierra como productores lácteos y frutícolas.
Augusto, egresado de agronomía, cultiva papas, trigo, remolacha, cebada y produce carne. Roberto, ingeniero mecánico, produce leche y berries. Ambos tienen, además, más de 10 hectáreas con arándanos.
Su hermana, la pintora Virginia Grob, prefirió alejarse del campo y vive en Santiago, aunque mantiene la propiedad de un predio.
"Desde chicos nuestros padres nos enseñaron que lo que heredas tienes que adquirirlo para poseerlo. Y en las vacaciones de verano e invierno teníamos que trabajar en el campo, cargando sacos, manejando tractores, ayudando en el taller mecánico. Por eso, mi decisión de mantenerme ligado al campo fue motivada por un sentido de responsabilidad", cuenta Augusto Grob.
De los hermanos varones, él es el que posee más negocios en el sector agropecuario, a través de su empresa Agrícola y Ganadera El Pilar. También es socio de Colonos del Sur S.A., Corredora de la Bolsa de Productos Agrícolas, actividad que recién comienza a consolidarse en Chile y que cree que tendrá un rol importante en el desarrollo de la actividad agrícola en el país.
Pero hubo una época en la que pensó seriamente en volverse citadino. A fines de los '60 fue a estudiar agronomía a Santiago; allá, luego de la crisis agrícola motivada por el proceso de la Reforma Agraria, comenzó a trabajar en una empresa que no tenía relación alguna con la agricultura. Fue en Santiago donde se casó y nació su primer hijo. Pero en 1975, los genes agrícolas hicieron lo suyo y resolvió regresar a La Unión. No quería ser él quien rompiera con la tradición de la familia.
Vacas gordas y vacas flacas
En sus inicios, los negocios de la familia se movieron al ritmo de las aspas de un molino de agua. Pero a principios del siglo XX, Augusto Grob Westermeyer, nieto del colono Friedrich, e hijo de Teófilo Grob Fritz, decidió que había que modernizar la empresa, lo que ya había iniciado su padre al crear la Sociedad Industrial Teófilo Grob S.A.
Para ello, construyó un molino en la ubicación que conserva hasta nuestros días, en la calle que lleva su nombre, el que funcionaba con una turbina hidroeléctrica. De paso, Augusto aprovechó esta misma central para generar electricidad para toda la comuna. Era 1911 y La Unión se transformaba en una de las primeras ciudades del país en tener luz eléctrica.
Cuando murió en un accidente automovilístico en 1940, su viuda, Elvira Werner, se hizo cargo de la empresa y su hijo, Teófilo, que entonces tenía 18 años, comenzó a trabajar en el molino como aprendiz.
Pronto el aprendiz se hizo cargo de las actividades agrícolas familiares. Entre 1945 y 1965 se desempeñó como directorgerente de las Haciendas Calcufilo y Purrapel, sociedades anónimas orientadas al rubro ganadero y agrícola, que habían adquirido sus ancestros. En 1949 participó en la formación de la cooperativa agrícola y lechera Colún, hoy la tercera empresa láctea del país y con más de 700 socios.
Además, en 1972 fue electo presidente de la Sociedad Industrial Teófilo Grob, además de ser socio fundador de varias cooperativas y empresas como la Feria Ganaderos y Linos La Unión, entre otras.
En 1984 inició un negocio que dejó huella en la zona y en el país.
En esa época, Fundación Chile le propuso a Augusto Grob instalar un huerto frutal y él se asoció con Carlos Caminondo y Eugenio Carrasco para difundir la idea, entusiasmando a varios otros agricultores y empresarios a dedicarse al cultivo del arándano. Fueron los primeros en establecer una plantación comercial en Chile, a través de la empresa Berries La Unión. Si bien al proyecto finalmente quebró en 1996, dejó como herencia la cultura del cultivo de arándanos, hoy una de las actividades agrícolas con mayor potencial en la zona sur y que ya se ha establecido como un rubro muy potente.
Adiós a las tierras
Su hijo, Augusto Grob Fuchs, actual presidente de Colún, recuerda hoy a Teófilo. "Era un hombre muy trabajador e inquieto, que hizo mucho por el desarrollo de La Unión". También recuerda lo que implicó la reforma agraria, cuando les expropiaron el 80 por ciento de sus tierras.
"A inicios del Gobierno de Jorge Alessandri, mi padre pensó que era mejor dividir las haciendas Purrapel y Calcufilo entre los socios, que eran todos familiares, y así lo hizo. Él pensó que el reparto fue exitoso, porque todos lo siguieron saludando", cuenta.
Eran casi 30 mil hectáreas y a Teófilo le correspondieron más de mil hectáreas. Pero al implementarse la reforma agraria le dejaron sólo 200. En 1975 consiguió que las autoridades militares le devolvieran 300.
Fue por esos días cuando Augusto regresó desde Santiago.
En los '80, Augusto Grob Fuchs trabajó codo a codo con su padre para volver a hacer producir las tierras recuperadas y, al mismo tiempo, empezó su propio negocio. Mientras administraba los fundos de Teófilo, arrendó un campo pequeño y compró ganado lechero. Hoy tiene cuatro lecherías, tres en campos propios y el otro arrendado. Junto a su hermano Roberto manejan unas 2 mil hectáreas en conjunto.
Se explaya contando que el plantel que está ubicado en el fundo Campanario, a tres minutos de La Unión, consta de 400 cabezas de ganado, de las cuales 280 son vacas Hollstein.
Allí tiene un sistema que permite ordeñar hasta 20 animales al mismo tiempo. Obtiene un promedio diario de 28 litros por vaca, y eso que la lechería es relativamente nueva: funciona desde hace 10 años. La clave para este rendimiento, dice, es la calidad de las praderas. Antes tuvo en esos mismos terrenos plantaciones de trigo y remolacha.
También produce carne, pero en menor medida. "No es nuestro negocio. Es como un subproducto de las lecherías, pero igual engordamos a los machos que nacen, para venderlos terminados", cuenta.
Augusto reconoce que invierte tanto en el negocio lácteo como en sus cultivos.
"Mi filosofía es diversificar para disminuir riesgos, pues hasta ahora nunca me ha tocado que todo sea un siete. Ojalá algún día pase", confiesa.
¿El fin de una tradición?
Tras la muerte de Teófilo Grob en 2002, sus hijos Augusto y Roberto no dudaron en seguir con la tradición de la familia.
La duda es el futuro, pues si bien hay hijos, hasta ahora no se vislumbra alguno que quiera seguir trabajando en el campo. Augusto tiene cuatro hijos, todos famosos porque son o han sido seleccionados nacionales de esquí, pero ninguno vive en La Unión y sus profesiones nada tienen que ver con el campo. Lo mismo ocurre con las cuatro hijas de Roberto, de las cuales dos aún están estudiando.
Augusto no pierde las esperanzas. "La continuidad se va a cortar en la medida en que yo no sea capaz de motivar a mis hijos para que antes o después de que yo me muera tomen las riendas del negocio, lo cual no significa que tengan que venirse a vivir a La Unión", explica.
"Espero haberlos educado lo suficientemente bien como para que tomen una buena decisión, lo cual no quiere decir mantener el campo. Tal vez en lo que ellos están haciendo pueden rentabilizar mejor el capital", concluye.
La Unión
La Unión fue llamada la capital industrial del sur de Chile a mediados del siglo pasado. La fama, que se extendió hasta la década de los '70, se debía a que existían al menos cinco grandes empresas que daban trabajo a gran parte de los habitantes de la zona.
Una de estas industrias era el molino que estuvo en poder de la familia Grob hasta 1997 y que se transformó en uno de los más importantes del país. Ese año, Teófilo Grob Werner decidió venderlo. "Estábamos en un punto en que había que crecer fuertemente para lograr economías de escala y no teníamos el capital para hacerlo", cuenta hoy su hijo Augusto Grob Fuchs.
La oficina de Augusto Grob, agricultor de la comuna de La Unión y presidente del directorio de Colún, está ubicada a escasos metros de donde termina el pavimento de la calle Augusto Grob, casi justo frente del terminal de buses de la ciudad.
Esta avenida, donde se emplazan algunas de las principales industrias locales, no fue bautizada así en su honor, sino en el de su abuelo, Augusto Grob Westermeyer, pero da cuenta de la importancia que ha tenido esta familia para el desarrollo económico y social de la zona.
Los Grob son la historia misma de la agricultura de la zona y de cómo a punta de esfuerzo se logra superar los trastornos económicos y sociales. Todo comenzó en 1855, cuando el colono alemán Friedrich Grob Besler llegó a La Unión e instala, una década más tarde, el molino que le daría fama al clan. Desde entonces, cada nueva generación - y ya van en la quinta- ha ido profundizando la marca de la familia en la región.
Hoy lo hacen Augusto (59 años) y su hermano Roberto (53) Grob Fuchs, quienes ya no tienen el molino - se vendió en 1997 a Carozzi- , pero se mantienen vinculados a la tierra como productores lácteos y frutícolas.
Augusto, egresado de agronomía, cultiva papas, trigo, remolacha, cebada y produce carne. Roberto, ingeniero mecánico, produce leche y berries. Ambos tienen, además, más de 10 hectáreas con arándanos.
Su hermana, la pintora Virginia Grob, prefirió alejarse del campo y vive en Santiago, aunque mantiene la propiedad de un predio.
"Desde chicos nuestros padres nos enseñaron que lo que heredas tienes que adquirirlo para poseerlo. Y en las vacaciones de verano e invierno teníamos que trabajar en el campo, cargando sacos, manejando tractores, ayudando en el taller mecánico. Por eso, mi decisión de mantenerme ligado al campo fue motivada por un sentido de responsabilidad", cuenta Augusto Grob.
De los hermanos varones, él es el que posee más negocios en el sector agropecuario, a través de su empresa Agrícola y Ganadera El Pilar. También es socio de Colonos del Sur S.A., Corredora de la Bolsa de Productos Agrícolas, actividad que recién comienza a consolidarse en Chile y que cree que tendrá un rol importante en el desarrollo de la actividad agrícola en el país.
Pero hubo una época en la que pensó seriamente en volverse citadino. A fines de los '60 fue a estudiar agronomía a Santiago; allá, luego de la crisis agrícola motivada por el proceso de la Reforma Agraria, comenzó a trabajar en una empresa que no tenía relación alguna con la agricultura. Fue en Santiago donde se casó y nació su primer hijo. Pero en 1975, los genes agrícolas hicieron lo suyo y resolvió regresar a La Unión. No quería ser él quien rompiera con la tradición de la familia.
Vacas gordas y vacas flacas
En sus inicios, los negocios de la familia se movieron al ritmo de las aspas de un molino de agua. Pero a principios del siglo XX, Augusto Grob Westermeyer, nieto del colono Friedrich, e hijo de Teófilo Grob Fritz, decidió que había que modernizar la empresa, lo que ya había iniciado su padre al crear la Sociedad Industrial Teófilo Grob S.A.
Para ello, construyó un molino en la ubicación que conserva hasta nuestros días, en la calle que lleva su nombre, el que funcionaba con una turbina hidroeléctrica. De paso, Augusto aprovechó esta misma central para generar electricidad para toda la comuna. Era 1911 y La Unión se transformaba en una de las primeras ciudades del país en tener luz eléctrica.
Cuando murió en un accidente automovilístico en 1940, su viuda, Elvira Werner, se hizo cargo de la empresa y su hijo, Teófilo, que entonces tenía 18 años, comenzó a trabajar en el molino como aprendiz.
Pronto el aprendiz se hizo cargo de las actividades agrícolas familiares. Entre 1945 y 1965 se desempeñó como directorgerente de las Haciendas Calcufilo y Purrapel, sociedades anónimas orientadas al rubro ganadero y agrícola, que habían adquirido sus ancestros. En 1949 participó en la formación de la cooperativa agrícola y lechera Colún, hoy la tercera empresa láctea del país y con más de 700 socios.
Además, en 1972 fue electo presidente de la Sociedad Industrial Teófilo Grob, además de ser socio fundador de varias cooperativas y empresas como la Feria Ganaderos y Linos La Unión, entre otras.
En 1984 inició un negocio que dejó huella en la zona y en el país.
En esa época, Fundación Chile le propuso a Augusto Grob instalar un huerto frutal y él se asoció con Carlos Caminondo y Eugenio Carrasco para difundir la idea, entusiasmando a varios otros agricultores y empresarios a dedicarse al cultivo del arándano. Fueron los primeros en establecer una plantación comercial en Chile, a través de la empresa Berries La Unión. Si bien al proyecto finalmente quebró en 1996, dejó como herencia la cultura del cultivo de arándanos, hoy una de las actividades agrícolas con mayor potencial en la zona sur y que ya se ha establecido como un rubro muy potente.
Adiós a las tierras
Su hijo, Augusto Grob Fuchs, actual presidente de Colún, recuerda hoy a Teófilo. "Era un hombre muy trabajador e inquieto, que hizo mucho por el desarrollo de La Unión". También recuerda lo que implicó la reforma agraria, cuando les expropiaron el 80 por ciento de sus tierras.
"A inicios del Gobierno de Jorge Alessandri, mi padre pensó que era mejor dividir las haciendas Purrapel y Calcufilo entre los socios, que eran todos familiares, y así lo hizo. Él pensó que el reparto fue exitoso, porque todos lo siguieron saludando", cuenta.
Eran casi 30 mil hectáreas y a Teófilo le correspondieron más de mil hectáreas. Pero al implementarse la reforma agraria le dejaron sólo 200. En 1975 consiguió que las autoridades militares le devolvieran 300.
Fue por esos días cuando Augusto regresó desde Santiago.
En los '80, Augusto Grob Fuchs trabajó codo a codo con su padre para volver a hacer producir las tierras recuperadas y, al mismo tiempo, empezó su propio negocio. Mientras administraba los fundos de Teófilo, arrendó un campo pequeño y compró ganado lechero. Hoy tiene cuatro lecherías, tres en campos propios y el otro arrendado. Junto a su hermano Roberto manejan unas 2 mil hectáreas en conjunto.
Se explaya contando que el plantel que está ubicado en el fundo Campanario, a tres minutos de La Unión, consta de 400 cabezas de ganado, de las cuales 280 son vacas Hollstein.
Allí tiene un sistema que permite ordeñar hasta 20 animales al mismo tiempo. Obtiene un promedio diario de 28 litros por vaca, y eso que la lechería es relativamente nueva: funciona desde hace 10 años. La clave para este rendimiento, dice, es la calidad de las praderas. Antes tuvo en esos mismos terrenos plantaciones de trigo y remolacha.
También produce carne, pero en menor medida. "No es nuestro negocio. Es como un subproducto de las lecherías, pero igual engordamos a los machos que nacen, para venderlos terminados", cuenta.
Augusto reconoce que invierte tanto en el negocio lácteo como en sus cultivos.
"Mi filosofía es diversificar para disminuir riesgos, pues hasta ahora nunca me ha tocado que todo sea un siete. Ojalá algún día pase", confiesa.
¿El fin de una tradición?
Tras la muerte de Teófilo Grob en 2002, sus hijos Augusto y Roberto no dudaron en seguir con la tradición de la familia.
La duda es el futuro, pues si bien hay hijos, hasta ahora no se vislumbra alguno que quiera seguir trabajando en el campo. Augusto tiene cuatro hijos, todos famosos porque son o han sido seleccionados nacionales de esquí, pero ninguno vive en La Unión y sus profesiones nada tienen que ver con el campo. Lo mismo ocurre con las cuatro hijas de Roberto, de las cuales dos aún están estudiando.
Augusto no pierde las esperanzas. "La continuidad se va a cortar en la medida en que yo no sea capaz de motivar a mis hijos para que antes o después de que yo me muera tomen las riendas del negocio, lo cual no significa que tengan que venirse a vivir a La Unión", explica.
"Espero haberlos educado lo suficientemente bien como para que tomen una buena decisión, lo cual no quiere decir mantener el campo. Tal vez en lo que ellos están haciendo pueden rentabilizar mejor el capital", concluye.
La Unión
La Unión fue llamada la capital industrial del sur de Chile a mediados del siglo pasado. La fama, que se extendió hasta la década de los '70, se debía a que existían al menos cinco grandes empresas que daban trabajo a gran parte de los habitantes de la zona.
Una de estas industrias era el molino que estuvo en poder de la familia Grob hasta 1997 y que se transformó en uno de los más importantes del país. Ese año, Teófilo Grob Werner decidió venderlo. "Estábamos en un punto en que había que crecer fuertemente para lograr economías de escala y no teníamos el capital para hacerlo", cuenta hoy su hijo Augusto Grob Fuchs.
Un abrazo grande para Agusto Grob
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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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Renato Sánchez 3586
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Hermosa historia, ojalá la tradición continúe. Para eso tiene que correr por las venas la sangre emprendedora y esforzada, para seguir manteniendo y, o haciendo crecer lo que sus antepasados hicieron.
ResponderBorrarQue irónica es la vida personas que se crían en el sur se quieren ir a la ciudad, y personas nacimos en la ciudad daríamos cualquier cosas por llevar una vida digna y vivir el paraíso del sur.
Claudio Seguel Varas.