Farías, Víctor  
  
 Farías,  Víctor
Universidad Andrés Bello
  
Los mapuches y el  neorracismo marxista 
  Una de las obras  literarias más relevantes del fascismo nazi es la novela de Hans Grimm  Un pueblo sin espacio. Ella realzaba los dos mitos  centrales del Tercer Reich: la sangre y el suelo como los elementos fundamentales  del así llamado pueblo. Con ello se pretendía reemplazar el concepto  ilustrado de sociedad por el mito de una «comunidad de raza». La pretensión  estaba unida visceralmente a la expansión violenta para obligar a los otros  «pueblos» a aceptar la expansión. La aventura, que tenía pretensiones globales,  terminó mal para todos y fueron 50 millones sus víctimas.  
 El marxismo  totalitario que emergió de esa hecatombe no se fundó en mitos, sino en  conceptos. Equivocados, pero racionales. Su colapso total dejó a los marxistas  huérfanos de un sistema racional coherente y también de una base social. El  proletariado no puede ya entusiasmarse con un sistema no viable y comenzó  planetariamente a reconocer las ventajas de la economía de mercado. Los  marxistas, que ven en la violencia el primer principio histórico, buscaron sus  tropas en otro lugar. Con oportunismo, no sólo descubrieron a los «indígenas»  como la nueva tropa agitatoria: reemplazaron el concepto de «clase» por  el de «etnia» y «pueblos originarios», de clara procedencia racista y nazi. Karl  Marx había saludado en su época la conquista española de América porque gracias  a ella los esclavos iban a transformarse en vasallos, la condición para devenir  «proletarios». El Siglo, órgano  del Partido Comunista, proclamaba en su portada hace algunas semanas la  lucha armada de los mapuches como "la lucha de un Pueblo-Nación", esto es,  la guerra de una «etnia» que sólo puede entenderse a partir  del mito racial. Así hoy, particularmente en Europa y Latinoamérica, en  maridaje con los ecologistas radicales, los neonazis y los indigenistas, los  marxistas han vendido la esencia de su doctrina por bastante menos que 30  monedas. Buscan crear en la Araucanía una «zona liberada»  como las de las FARC, la ETA, los zapatistas, para iniciar desde este  «foco» una lucha que remezca el Estado.
 Hace unos  meses llegó la noticia de que en EE.UU. un conglomerado de varias «tribus» había  logrado reunir un capital de US$1.500 millones y con él adquirieron una red  hotelera. Nunca se les va a ocurrir incendiar California. Esos americanos nunca  tuvieron «derechos especiales» por su «etnia». Sólo hicieron uso racional y  diligente de los derechos que una sociedad libre debe garantizar por igual a  todos sus ciudadanos.
  
 Fuente lasegunda
Saludos
Rodrigo González  Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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