Fallece Carlos Fuentes, el gran impulsor del boom latinoamericano
Ayer, a los 83 años, murió en Ciudad de México el autor de La región más transparente. Estuvo en Chile la semana pasada.
por R. C. / E. E. /D. E.
Llevaba un mes viajando. Venía de EE.UU., de Brasil, había sido uno de los protagonistas de la Feria del Libro de Buenos Aires, y antes de seguir en ruta, decidió pasar por Chile. La semana pasada, el escritor Carlos Fuentes estuvo en Santiago visitando a sus amigos. Uno de ellos, el novelista Sergio Missana, lo recuerda con la energía de siempre. Activo, inquieto. Estaba preocupado de la novela que se iba a sentar a escribir, ya no de la que había terminado recién. Su próximo destino era Londres, pero antes pasó por México. Allá llegó lo inevitable: el más cosmopolita escritor mexicano, el más decidido motor del boom latinoamericano, falleció ayer a los 83 años.
Autor de un par de piezas claves de la narrativa hispana del siglo pasado -La muerte de Artemio Cruz, La región más transparente-, Fuentes murió de un ataque al corazón, en el Hospital Angeles, de Ciudad de México. Su partida es la del mayor escritor vivo de México y, de paso, arrincona a una generación que puso en tensión política y cultura: como Mario Vargas Llosa, el autor de Aura encarnó el rol del intelectual público, ayudando a crear un imaginario de Latinoamérica en los 60 y 70.
"Todos venimos de Borges, Carpentier, Rulfo, Onetti. Ellos pusieron el lenguaje en el centro de la preocupación literaria. Nosotros añadimos la historia. El boom contó una historia de América Latina que no se había contado", dijo en 2009 Fuentes, que ayer fue recordado por una avalancha de personalidades públicas: desde el Presidente mexicano, Felipe Calderón, hasta Vargas Llosa, pasando por Jorge Volpi, Héctor Aguilar Camín, Santiago Roncagliolo, Elena Poniatowska, etc.
El escritor profesional
La bibliografía oficial cita a Chile como el país donde Fuentes empezó su carrera literaria: tenía 11 años y publicó en el boletín del Instituto Nacional un artículo sobre su infancia errante. Nacido en 1928, en Panamá, la profesión de diplomático de su padre lo llevó a vivir en Montevideo, Río de Janeiro, Washington, Quito y Buenos Aires. Estudiante de Leyes en México y de Economía en Suiza, a fines de los 50, Fuentes echó a andar una descollante carrera literaria.
"Fue un acontecimiento", recordó Carlos Monsiváis, sobre la publicación de La región más transparente, en 1958. Fuentes tenía 29 años y su primera novela era un fresco de la mixtura social del D.F de los 50 que, entre otros, tuvo a lectores como Julio Cortázar. "Fue el primer gran retrato de la modernidad urbana", agregó Monsiváis.
Tras publicar en 1962 La muerte de Artemio Cruz, una visión panorámica de la historia mexicana en voz de un agonizante político, estrecha lazos con Gabriel García Márquez, José Donoso, Vargas Llosa y toda la generación dorada de autores latinos. Apoya a sus amigos, gestiona traducciones, los publicita en EE.UU. Era el canciller. El príncipe. Como anotó Donoso, en Historia personal del boom: "Fuentes encarnó ese triunfo, esa fama, ese poder, aun ese lujo cosmopolita que parecía imposible de obtener desde las encerradas capitales latinoamericanas".
Con Aura (1962), Cambio de piel (1967), Terra nostra (1975), Fuentes afianza su ambicioso proyecto. Según Poniatowska, cambia para siempre la imagen del escritor latinoamericano. Lo profesionaliza: "Antes los escritores eran de domingo, él se convirtió en un escritor de tiempo completo".
Embajador de México en Francia, en 1975 y 1977, Fuentes es parte de la camada de autores que apoya la Revolución Cubana, pero lentamente se aleja de Fidel Castro y pasa al bando de Octavio Paz. En 1985 publica Gringo viejo, gana el Cervantes en 1987 y continúa mostrando los laberintos de la historia: en Los años con Laura Díaz (1999) relata la historia mexicana desde la voz de sus abuelas, mientras en La silla del águila (2001), novela de cabecera de la ex Presidenta Michelle Bachelet, reconstruye las intrigas políticas de su país.
En 1999, con 21 años, fallece su hijo Carlos Rafael, contagiado de sida por una transfusión de sangre en Europa cuando niño. En agosto de 2005, su hija Natasha es encontrada muerta en el centro histórico del DF. Las causas nunca fueron aclaradas.
Intentó dar cuenta de la violencia del narcotráfico en México en Adán en Edén (2009) y dio su canon en La gran novela latinoamericana (2011). En noviembre iba a lanzar en la Feria del Libro de Guadalajara la novela Federico en su balcón y un libro de ensayos. Hace poco había sido contactado por el Consejo Nacional de la Cutura para ser jurado del Premio Manuel Rojas, pero lo rechazó por problemas de agenda. En su paso por Santiago se reunió con Arturo Fontaine, Antonio Skármeta, Carlos Franz y Ricardo Lagos. Pensaba volver en octubre.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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