Jueves, 13 de Marzo de 2008
AFP
"El campo dice basta", señalaron en un comunicado las cuatro asociaciones, en el que denuncian "una nueva confiscación a la producción agropecuaria".
BUENOS AIRES.- Los productores rurales argentinos iniciaron el jueves una huelga de dos días sin ventas de carne ni granos, en una "declaración de guerra" a la política agrícola de Cristina Fernández de Kirchner, a quien acusan de incrementar la recaudación fiscal a instancias del sector.
La medida de fuerza es la primera del campo contra el gobierno de Cristina Fernández y fue adoptada por las cuatro entidades rurales que agrupan desde los pequeños productores hasta los grandes hacendados de la rica Pampa Húmeda, en rechazo a la reciente decisión de aumentar los impuestos a las exportaciones de granos.
"El campo dice basta", señalaron en un comunicado las cuatro asociaciones, en el que denuncian "una nueva confiscación a la producción agropecuaria".
Pero el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, señaló que "la gente de campo tiene que entender que si los mercados internacionales son tan favorables, de algún modo tienen que co-participar (las ganancias) con el resto de los argentinos", en declaraciones a radio América de Buenos Aires.
La medida de fuerza no provocará desabastecimiento en el mercado interno, garantizaron los productores, que sin embargo no desestimaron continuar con la huelga la próxima semana en caso de que el Gobierno no acepte sentarse a una mesa de diálogo.
Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria Argentina, que agrupa a los pequeños productores, señaló que si el paro se prolonga la semana próxima "empezará a complicarse el abastecimiento de carne".
Los argentinos están entre los mayores consumidores mundiales de carne vacuna, con 74 kilos anuales por persona.
El país sudamericano tiene fuertes recursos agrícolas y las exportaciones agroindustriales son la principal fuente de divisas, con más de 50% del total.
El descontento del campo estalló luego de que el ministro de Economía, Martín Lousteau, anunciara el martes un nuevo esquema de gravámenes a las exportaciones de granos, que elevó a casi 44% la tasa impositiva sobre la soja, que ocupa más del 50% de la superficie cultivada del país y es la principal 'commodity'.
El gobierno determinó además que hasta 2011 las tasas a las ventas externas serán móviles, con lo cual podrán aumentar o bajar según la variación de los precios internacionales de la soja, el girasol, el trigo y el maíz.
Los argumentos oficiales señalan que las medidas favorecerán la 'des-sojización' del campo en favor de otras actividades como la ganadería y la lechera, y facilitarán el control de la inflación al evitar que los ascendentes precios internacionales se trasladen a las góndolas de los supermercados.
Pero los productores acusan al gobierno de buscar aumentar la recaudación fiscal con la excusa de frenar los precios minoristas, que en 2007 registraron un alza entre 15% y 28% según consultoras económicas privadas, a pesar de que el cuestionado índice oficial situó la inflación anual en 8,5%.
"Ojalá fuera para una distribución más equitativa, pero el gobierno interviene para saquear esos recursos", indicó Buzzi, para quien el último aumento de los impuestos a las exportaciones de granos volcará US$1.500 millones extra a las arcas del Estado.
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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