Martes 17 de Junio de 2008
31: Sólo se vive una vez
Estoy viviendo en pecado. Full concubinato. No me tiren agua bendita ni recolecten piedras para tirarme. Al menos agradezcamos que en Chile no existe un Las Vegas para terminar casada en tiempo récord, porque ahí estaríamos hablando de otra cosa. ¡Wild on Aldunate! Pero mejor retrocedo. Pausa y play. Como dice el reggaeton, lo que pasó, pasó, entre tú y yo. Uf, estoy re mal. ¿Justificando mis deslices con los reggaetones?
Salimos de la bencinera con dirección desconocida. Apagamos los celulares, para no escuchar más los llamados de nuestros respectivos amigos en cita doble y nos fuimos al Cienfuegos, un restaurante en Bellavista de lo más lindo. Como los nervios me tenían mal, apenas me senté pedí un martini, haciéndome la chic, y dos sorbos después, hola, parece que me anduve entonando. Pedimos nuestros respectivos platos y nuevamente escuché campanitas. Campanitas, campanitas, y esa sensación que hay sólo entre dos personas en el mundo, que se comunican casi por bluetooth, me terminó de marear. Vamos tratando de venderme como la más simpática y encantadora del mundo, y no sé si su pisco sour estaba muy fuerte, pero él parecía estar de lo más de acuerdo con mi sex appeal. Y tres horas después, cuando los mozos revoloteaban alrededor de nuestra mesa con aire de "¿cierto que ya se van?", me di cuenta que esta cita era un éxito. On FIRE. No sé qué estaba haciendo, pero claramente era lo correcto.
La noche terminó cuando un Maitre nos dijo disculpen, pero cerramos. OK, dignos, salimos del lugar me han echado de mejores lugares- y me subí en su auto, esperando que el viaje a mi casa fuera eterno, que los camioneros cerraran el paso o que nos secuestraran un par de días. No quería llegar. ¡No podía ser que mi primer gran triunfo terminara así! Él se fue manejando despacito, sin mucho apuro, y yo en cada semáforo pensaba en lanzarme al asiento del chofer y colgarme de su cuello para obligarlo a que me adopte como su novia. Mordiéndome las uñas, y con un estrés emocional digno de mejor causa, vi que a un par de cuadras estaba mi domicilio particular. Horror. La cita está por terminarse. Los minutos finales son los decisivos. OK, respiré profundo y decidí ponerme audaz. Al abordaje, Aldunate, era el nuevo jingle que escuchaba en mi cabecita. Vamos que se puede, vamos chilenas, basta de triunfos morales, me alentaba con una labia que ya se la quisiera Eduardo Guillermo. Si Everton es campeón ¿por qué Aldunate no puede concretar? La emoción me embargaba, cuando se estaciona y sin siquiera detener el auto, me dice ya, llegamos. ¿Te llamo otro día para que hagamos algo?
Todas las pompas de jabón que adornaban la bella escena de mi enamoramiento express se fueron a las pailas. Se reventaron de un solo toque y yo, que no estaba dispuesta a dejarlo partir tan fácil, cerré los ojos y me lancé. Como si el romance fuera igual al benji jump, me tiré al vacío. Lo agarré de la cara con ambas manos y le planté un beso. De esos bien dados, de película, ahogador pero no agotador. Damn it. Ver tanta tele me ha servido de algo.
Eso fue hace tres días. Todavía no vuelvo a mi departamento
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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