Aportacion: Homero Armenta MarinPuerto Peñasco, Sonora, Mexico.
Autor: Desconocido.
Amado hijo:
El dia que me veas viejo o que ya no sea el mismo: por favor, ten paciencia y comprendeme. Cuando sin querer derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia, recuerda las horas que pase enseñandote a hacer las mismas cosas. Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escuchame. Cuando eras pequeño, para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando estemos reunidos y sin querer no contenga mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando niño te ayude y estuve pacientemente a tu lado esperando que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches porque no quiera bañarme, no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te persegui y los mil pretextos que te inventaba para hacer mas agradable y divertido tu aseo. Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnologicas que ya no podre entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona. Acuerdate que fui yo quien te enseño tantas cosas. Comer, vestirte y como enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi amor, esfuerzo y perseverancia.
Cuando en algun momento, mientras conversamos me olvide de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes, tal vez no era importante lo que hablaba y lo unico que queria era estar contigo y compartir ese momento. Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Se cuanto puedo y cuanto no debo. Tambien comprende que con el tiempo, ya no tengo tantos dientes para morder, ni gusto para saborear.
Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar….dame tu mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus debiles piernitas.
Por ultimo, cuando me oigas decir que ya no tengo demasiadas fuerzas para vivir, no te enfades. Algun dia entenderas que esto no tiene que ver con tu cariño o cuanto te ame. Trata de comprender la diferencia entre vivir y estar “sobreviviendo”. Quise y quiero lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que, con este paso que me adelanto a dar, estare construyendo para ti otra ruta, en otro tiempo, pero siempre contigo.
No te sientas triste, enojado o impotente por verme asi. Desde tu corazon comprendeme y apoyame como lo hice cuando tu empezaste a vivir. De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a transitar el mio. Dame amor y paciencia, que te devolvere gratitud y sonrisas con el inmenso amor que siempre tendre por ti.
Atentamente:
Tu viejo.
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