Ante este principio de comportamiento básico uno tiene claro el estar contra la pena de muerte o la no coacción del derecho de libertad de prensa, por ejemplo. Sin embargo, hay otras acciones que a uno le complican la vida y debe ejercerse un análisis para evaluar si dicha acción está bien o mal. Durante las últimas semanas estoy ayudando a algunas pymes madrileñas en el desarrollo de planes de igualdad dentro del marco del fondo social europeo y me estoy enfrentando a situaciones ciertamente paradójicas. Ante situaciones lógicas como discriminación salarial o acoso sexual que hay que atacar sin ambigüedades, existen otras donde podemos ver bien a hombres bien a mujeres ocupando la mayoría de ciertos puestos con una lógica aplastante y ahí las cuotas por género me descuadran, ya que por un lado las entiendo y por otro no me cuadran.
Indudablemente las cuotas en listas electorales, en consejos de administración o gobierno y en cualquier otra instancia tiene ventajas. En primer lugar la de la sensibilización respecto al escaso papel de la mujer en las capas de la sociedad donde se toman decisiones. Las cuotas impulsan el debate y consecuentemente la sensibilización al respecto de personas que sin ese impulso no hubieran reparado en ello.
En segundo lugar y quizá más relevante, la paridad acelera un proceso que demoraría demasiado en producirse. La entrada de la mujer a puestos donde antes no tenía cabida, no como excepción sino como ser humano igual en derechos y obligaciones que el hombre, es un hecho inmediato gracias a la ley y a las cuotas que incluye. Y eso es positivo, si un derecho puede ejercerse mejor antes que después.
Por lo tanto, sensibilización y aceleración son dos ventajas de la implantación de las cuotas.
Si esto se quedara aquí, no creo que nadie con dos dedos de frente y libre de una mente enferma y machista estuviera en contra. Lo que ocurre es que además de las ventajas fundamentales que hemos visto la decisión conlleva la discriminación. Si impongo cuotas el sexo establece per se un valor de mérito, lo que resulta en un acto discriminatorio. Y aquí es cuando un principio básico de responsabilidad debe ayudarnos a tomar una decisión.
nos vale ni lo que diga el tribunal constitucional, ni lo que nos diga absolutamente nadie. Para una toma de decisiones responsable sólo nos vale aquel principio que nace de nosotros y no dictado por una institución externa, por muy importante y respetable que ésta sea. Ese principio es el de que el fin nunca justifica los medios y ese principio no puede romperse. Tarea complicada, difícil, impopular, muchas veces antipática y casi siempre políticamente incorrecta, pero a la vez clara, transparente, directa y sin tapujos.
Podemos dejar esto a un lado y quitarnos de problemas pero la responsabilidad solo será aparente. La tentación es fuerte, ¡qué duda cabe!. Yo puedo olvidarme de la discriminación ante unos seres humanos para centrarme en ayudar a otros y en los beneficios que les voy a procurar, ciertos y reales. Pero ¡ay amigo!, la conciencia es tozuda, y todos esos beneficios no pueden ocultar que has discriminado a otros, aunque le pongas el adjetivo de "positivamente".
Decir qué no hacer sin dar opciones sobre el qué hacer suele ser de espíritus mediocres. ¿Cómo apoyar a la mujer si el medio -discriminar- no me deja obtener el fin promocionar el rol de la mujer como tomadora de decisiones dentro de la sociedad?
Se puede obtener ese fin insistiendo en frentes responsables, con firme voluntad política y optimización ejecutiva. Esos frentes son la igualdad retributiva y la igualdad de oportunidades.
En cuanto a la igualdad retributiva las empresas responsables deben erradicar y el gobierno legislar y controlar que la brecha salarial entre hombres y mujeres sea la que es. Qué la mujer cobre menos que el hombre (ceteris paribus) y aparte de una canallada, es un grave impedimento para su reconocimiento y ascenso piramidal, ya que ese simple hecho la incapacita para ser valorada en igualdad de condiciones ante posibles promociones de poder.
En cuanto a la igualdad de oportunidades las empresas responsables deben erradicar y el gobierno legislar y controlar que la mujer no pueda elegir por su protagonismo familiar. Para ello se deben minimizar todos aquellos condicionantes que hacen del empleo de la mujer una carga empresarial frente al hombre, penalizando a aquella.
Me consta, lo sé, no hace falta que me lo digas: este camino es más lento, incluso muy lento, y hará falta una generación para llegar a donde se llega de un plumazo gracias a las cuotas. Lo sé. Pero discriminar por sexo no me sirve, el fin no justifica los medios, ¿o sí?
Prof. Rafael Moreno Prieto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario