Cómo hemos llegado hasta aquí

PILAR CAMBRA

 

No puedo afirmar que haya sido siempre una balsa de aceite, un estanque dorado... Las aguas han bajado revueltas muchas veces y hubo -y hay- discusiones acaloradas, polémicas encendidas, tomas de posición inamovibles, argumentos expuestos con contundencia... Gracias a Dios, diría yo... Y lo digo... Porque eso es vida, eso es la vida: si no hay algo que te mueve, que te remueve, que te espolea, que aviva la pasión, que te saca de la insensibilidad tipo ameba, estás muerto (por dentro, obviamente).

¿Creen que me estoy refiriendo al Congreso de los Diputados, a la viciada y opresiva y áspera atmósfera política en la que a duras penas conseguimos respirar? ¡Pues no!: hablo - y voy a hablar más- de este blog, de mi blog, de su blog.

Señoras y señores: hemos recorrido un largo camino hablando de casi todo... Y destaco: hablando. El griterío, la bronca, la zapatiesta han sido excepcionales y rápidamente corregidas por la buena voluntad y el juego limpio de todos; muy especialmente de quienes han convertido este blog en una sala de estar cómoda, afable, interesante: ustedes, por supuesto... Ustedes, los que me han ayudado con constancia, sin prisas pero sin pausas, a mantener unas reglas de 'convivencia electrónica' elementales: educación; guante de terciopelo aunque la mano que argumentaba fuese de hierro; y, sobre todo, nada de ataques ad hominem. Porque las ideas pueden ser discutibles, discutidas y hasta machacadas, pero jamás quienes las exponen, las defienden o las rebaten.

Sé que el termómetro del acaloramiento sube muchos grados cuando pongo sobre la mesa política, moral - y religión- y lo que podríamos llamar "cuestión identitataria"... No pasa nada: a diferencia de los anglosajones, dinero, religión y sexo no nos están vedados - afortunadamente- como ejes de tertulia en estas tierras latinas.

Y, de ese modo, hemos llegado hasta aquí, hasta este día, trabando, incluso, lazos de amistad que agradezco casi como un milagro... Pero... Pero... Desde hace algunas semanas,en determinados momentos,  el acaloramiento se desliza peligrosamente hacia el despeñadero del exacerbamiento, hacia una especie de frentismo en el que no se lanzan argumentos contra argumentos sino alusiones personales contra otras alusiones personales.

Y me preocupa. Y me agobia. Y me entristece... Hasta el punto de que, ciertos días, temo escribir y me da miedo abrir la puerta del blog, de los comentarios, porque presiento que me  herirá - y herirá a muchos- lo que encontraré dentro.

¿Es un pájaro?, ¿es un avión?, ¿es Superman?, ¿es el maldito calor que pone los ánimos en punto de ignición?, ¿es el lógico cansancio de fin de curso que debilita el control de nuestras palabras?

Estoy confusa y les ruego que me presten ayuda para saber cómo restaurar la paz, la paz vivificada por una discrepancia civilizada. Muchísimas gracias.

 

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Fuente:EXPANSION
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU

 

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