- Antes de ser parlamentaria, soy mujer y madre
En los últimos días, todos los chilenos nos hemos visto afectados por el terrible episodio registrado en Valparaíso y que costó la vida a una pequeña de 5 años. Más allá de los escabrosos detalles de esta tragedia, además del indescriptible sufrimiento que genera a toda su familia, hoy quiero hacer una reflexión respecto de un tema que, en estas circunstancias, salta a la palestra.
En el año 2001, los chilenos fuimos testigos de la firma del decreto que derogó la pena de muerte, tras 126 años de presencia de la pena capital en nuestra legislación.
Quiero ser categórica, pues yo voté en contra de su término y desde un principio fui clara en precisar que para los delitos como violación con homicidio era importante que se hubiese mantenido este castigo, ya que existe un importante porcentaje de reincidencia de los sujetos que cometen ese tipo de delitos y donde no podemos hablar de mentes sanas.
Antes de ser parlamentaria, soy mujer y madre. Me coloco en el lugar de todas aquellas mujeres que han sufrido el abuso de sus hijos y, peor aún, han visto perder la vida de ellos en manos de desquiciados y, realmente, da mucha impotencia; ese dolor es tan inmenso y genera una especie de efecto dominó, pues se ve afectado el núcleo familiar, el entorno más cercano y la sociedad entera, pues la crueldad es tan grande que provoca conmoción nacional.
Creo que es hora de echar una mirada a la ley que derogó la pena de muerte y proponer derechamente la modificación a la norma, para hacer que la pena capital actúe en casos tan terribles como el ocurrido con la pequeña Francisca, quien tenía toda una vida por delante. Acá, claramente, existe un fracaso de la ley y de los planes de rehabilitación, que no han resultado así como en los casos del Sename, donde hay que hacer un trabajo desde la raíz.
Recordemos que las principales potencias mundiales, como Estados Unidos, aún contemplan la pena de muerte en su legislación, varios de ellos en casos excepcionales. A mi modo de ver las cosas, Chile perfectamente podría iniciar la apertura de la norma y hacer una salvedad. Creo que es hora de que el Estado se ponga realmente en el lugar de quienes han tenido una pérdida de esta naturaleza.
Lily Pérez San Martín
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Saludos
Rodrigo González Fernández
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