En el momento en que el Parlamento Europeo prepara una sesión plenaria donde la cuestión de la "mujer" será uno de los asuntos principales, no queda sin interés volver sobre la sesión parlamentaria de enero de 2008 en Strasbourg durante la que la diputada europea Roberta Angelilli (UEN, Italia, para la Comisión por las Libertades Civiles, la Justicia y los Asuntos Internos) y la señora Panayotopoulos-Cassiotou (PPE-DE, Grecia, para la Comisión de los derechos de la Mujer y la Igualdad de Oportunidades) presentaban el informe sobre la estrategia europea para los derechos de la infancia (2007/2093 (INI)). Adoptado por la mayoría de los diputados europeos, el informe demanda la creación de una línea de presupuestos específica para la financiación de los trabajos que requiere la futura estrategia. La preocupación no es un tema de hoy ya que en julio de 2006, una memoria anunciaba el trabajo futuro de la Comisión Europea en este tema así como los objetivos fijados para 2006/2007, aunque casi ninguno fue llevado a cabo.

Cuando la Unión Europea se implica en los Derechos de la Infancia

La protección de los derechos de la infancia tiene su primera base jurídica europea en el Tratado de Lisboa y en la Carta de Derechos Fundamentales: "La unión combate (…) las discriminaciones, y promueve (…) la protección de los derechos de la infancia" y se precisa que "en sus relaciones con el resto del mundo, la Unión (…) contribuye con la protección de los Derechos del Hombre, en particular los de los niños" (art. 3 del Tratado de Lisboa). "En todos los actos relacionados con los niños, que sean llevados a cabo por autoridades públicas o instituciones privadas, el interés por la infancia debe ser una consideración primordial" (art. 24 Carta de Derechos Fundamentales). Roberta Angelilli subrayaba el pasado enero la necesidad de proteger a los niños "en todos los aspectos de las políticas europeas". El objetivo es doble: garantizar por una parte la participación de los niños en las decisiones que les afectan, y más globalmente tener una corriente principal sobre los derechos de la infancia en toda Europa. La plusvalía de este informe reside en la voluntad proclamada de inscribir los derechos positivos de los niños en el derecho comunitario: el derecho a una identidad propia, el derecho de crecer en condiciones de seguridad, el derecho al cariño, el derecho a una familia, el derecho a ser amado y a jugar, el derecho a la salud, a la educación y a la integración social, a la igualdad de oportunidades, al deporte y a un entorno limpio y protegido, el derecho a tener información sobre estos temas. La competencia de "derechos" en los que destaca la heterogeneidad refleja el contenido del documento presentado durante la sesión plenaria del Parlamento Europeo. Dominio público y dominio privado, el documento parece más un resumen de un "brainstorming" que un razonamiento construido por un método de reflexión sistematizado. Respondiendo por este informe a la comunicación de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo subraya que no se trata de contentarse con el hecho en sí de la constatación sobre los peligros a los que se exponen los niños, sino más bien de transformar la observación de los casos particulares en Derechos.

Hacer aceptar la universalidad de los derechos de la infancia. El informe de Angelica Angelilli constituye una "hoja de ruta sobre los derechos de la infancia para tener los mejores efectos" yendo más allá de los elementos contenidos en el comunicado de la Comisión Europea. La húngara Kinga Gal (PPE-DE) recordaba que los niños son también víctimas de la pobreza y las discriminaciones, mientras que la socialista Inger Segelström (PSE-Suecia) subrayaba la responsabilidad de los Estados en la lucha contra el tráfico humano, en especial el de los niños. La protección de los derechos de los niños es "la base de la sociedad del mañana", concluía la estonia Siiri Oviir (Alianza de Demócratas y Liberales por Europa). El punto fuerte de la presentación del informe se articula ahora alrededor de la constatación del desarrollo y crecimiento de la pedopornografía. La piedra anular del informe es hacer aceptar la universalidad de los derechos de la infancia. Y según los participantes: este enfoque debe ser el fruto de los europeos: "Es necesario hacer "buenas" cosas como europeos" dice una de las ponentes durante la conferencia de prensa. El reconocimiento del derecho de los niños evitaría "desengaños como los que se han conocido en Chad a partir del asunto del Arca de Zoé". El reconocimiento de su universalidad por parte de los Estados, las obligaciones que les incumben en materia de derechos de la infancia, permitirían a la Comisión Europea disponer de una base bastante sólida para la conclusión de los compromisos con terceros países – una condición que no se encuentra necesariamente en todos los informes referidos a los Derechos del Hombre. Añoramos una cosa: cuando se habla de niños, son las mujeres las que se hacen cargo. La justificación de la representante de la Comisión de Derechos de la Mujer y de la igualdad de géneros, Panayatopoulos no puede ser más arriesgada: "son las mujeres las que traen a los niños al mundo y nadie ignora que las niñas están particularmente más expuestas a los peligros".

¿En detrimento del Consejo de Europa?

La estrategia europea sobre los derechos de la infancia pone ahora la atención en una cuestión espinosa: la de la interferencia casi sistemática entre la Unión Europea y el Consejo de Europa en este tipo de problemáticas. No es sin razón que Verena Taylor, representante del Consejo de Europa, haya declarado, durante la audión pública del 17 de abril de 2007 organizada por el Parlamento Europeo "We would like very much to see the European Union become party to suitable Conventions, thus reinforcing our political and practical cooperation in this context, and giving extra impetus to their ratification members" (http://www.europarl.europa.eu/hearings/20070417/libe/summary_en.pdf) A lo que el informe del Parlamento Europeo "Hacia una estrategia europea en los derechos de la infancia" responde: "Hay lugar para preguntarse sobre la posibilidad de formar parte de algunas Convenciones del Consejo de Europa. Así hay que explorar la posibilidad para la Comunidad y/o la Unión Europea(s) de unirse, por ejemplo, en las convenciones sobre la cibercriminalidad, el ejercicio de los derechos de los niños, la adopción y la explotación sexual". No se puede más que añadir, en esta toma de consciencia de las Comisiones del Parlamento Europeo relacionadas con la cuestión que cómo puede ser que este tipo de colaboración esté todavía en dudas. Las proposiciones hechas en el documento presentado por Angelillo concuerdan en numerosos puntos con las campañas y comisiones iniciadas por el Consejo de Europa. Que estas problemáticas sean recogidas por la Unión Europea no es condenable en sí. Pero, ¿es realmente productivo? No se puede hablar mucho de competencia entre las instituciones y organizaciones europeas en este caso. El Consejo de Europa ha sido siempre el iniciador y percusor en lo que se refiere a los temas humanos y sociales que se inscriben en una dimensión paneuropea. Y en materia de políticas por la juventud y la infancia, el Consejo de Europa tiene numerosas iniciativas y trabajos al respecto. La última expresión de esta fuerza del Consejo de Europa es la Cumbre África-Europa de la Juventud organizada en Lisboa al comienzo del mes de diciembre de 2007 que se afirmó como un equivalente a la cumbre Unión Europea-África. Mientras que las apuestas sobrepasan las de la Unión Europea, ésta habla de la "universalidad" de su tratamiento, ¿no será por fin momento de acabar con este alejamiento entre la Unión Europea y el Consejo de Europa y considerar plenamente el trabajo de este último como el de un laboratorio de reflexión e iniciativa paneuropeo?